María Félix fue una de las figuras más icónicas y veneradas en la Época de Oro del cine mexicano. Nacida el 8 de abril de 1914 en Sonora, México, ascendió rápidamente a la fama en la gran pantalla, destacándose por su impresionante belleza, su innegable talento y su imponente presencia.
“La Doña”, como se le conocía, fue nombrada la mujer mejor vestida en 1984, un reconocimiento que reflejaba no solo su talento artístico, sino también su característico sentido del estilo y su habilidad para expresar su personalidad a través de su atuendo. Su elegancia y sofisticación la convirtieron en un referente de la moda.
A ella le encantaba lucir prendas de diseñadores como Beatriz Sánchez Tello, Armando Valdés Peza, Jean Dessès, Valentino, Chanel, Givenchy, Yves Saint Laurent, Bijan, Balenciaga, entre otros. Además, fue musa de algunos de los más prestigiosos a nivel mundial, como Christian Dior y Gucci. Estas casas de moda buscaban activamente colaborar con ella, considerándola su embajadora.
Hermès era un sello muy apreciado por ella. Entre los elementos más notables de su colección, María poseía la icónica bolsa “Kelly 28”, uno de los más emblemáticos de la firma. Este bolso, bautizado en honor a la actriz y posteriormente princesa de Mónaco, Grace Kelly, es un símbolo de lujo y exclusividad. Su colección de joyas era vasta y variada, incluyendo serpientes victorianas incrustadas con turquesas y diamantes, el deslumbrante diamante Ashoka de 41,37 kilates de Harry Winston y una serpiente de la familia real rusa que adquirió en Nueva York.
Serpientes, escarabajos y cocodrilos
Félix era una apasionada de lo extravagante y deslumbrante, y por ello Cartier era su marca predilecta en joyería. Su afinidad con sus diseños se reflejó en accesorios exclusivos hechos especialmente para ella. Entre los más reconocidos se encuentra el collar de serpiente creado en 1968, elaborado en platino, oro blanco y amarillo, adornado con esmeraldas y 2.473 diamantes.
Una anécdota famosa relata que años después, en París, entró a uno de los establecimientos de Cartier llevando con ella un pequeño cocodrilo vivo, solicitando que se le hiciera un artículo que replicara a este animal. La pieza resultante se convirtió en una obra de arte, luciendo dos cocodrilos, uno incrustado de esmeraldas y el otro adornado con diamantes amarillos.
En una entrevista, María comentó que prefería las alhajas grandes, vistosas y voluminosas, y que Cartier siempre lograba alcanzar sus expectativas sin sacrificar la elegancia.
Su legado permanece
Después de su fallecimiento, en 2002, gran parte de su impresionante colección fue adquirida por la firma para integrarlas en su archivo histórico, preservando su legado.
Algunas de sus reliquias fueron subastadas o prestadas por la firma a varias celebridades para eventos especiales. Un ejemplo notable es el collar de escarabajo, hecho de oro de 18 quilates, adornado con calcedonia, coral, ónix y diamantes, que fue lucido por Meryl Streep en la ceremonia de los Oscar en 2007. La cantante y actriz Thalía también se hizo con varios artículos de su colección, entre ellos un collar diseñado por el entonces compañero de “La Doña”, Antoine Tzapoff. Esta pieza, realizada en oro, incluye un relicario con la imagen de María Félix.
Monica Bellucci fue vista en la alfombra roja del Festival de Cannes en 2006 llevando el icónico collar de cocodrilos. Asimismo, el famoso collar de serpiente fue usado por Britney Spears durante una sesión de fotos para una revista cuando ella estaba embarazada.
Estas apariciones en eventos de alto perfil y la inclusión de sus joyas en el archivo histórico de Cartier subrayan la trascendencia de su legado, que sigue siendo una fuente de inspiración en el mundo del lujo y la moda.