La vuelta de los 2000 fue algo que caracterizó a la moda de este último año. Volvimos a ver el tiro bajo, el strass, las faldas terminadas en picos y una interminable lista que continúa. Pero este estilo más ligado al pop no fue el único que regresó. Estos últimos meses estuvimos viendo en diversos espacios artísticos la vuelta de una estética que se consagró como una de las más fuertes en los 70, especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña, con el auge de bandas como Sex Pistols o los Ramones.
Lo que surgió en un contexto social lleno de incertidumbres para los jóvenes, logró representar la rebeldía y el descontento con las reglas, y traía aparejada la idea de «ser malo» frente a lo establecido en la sociedad. Esto se expresaba tanto con la música como con la ropa que se usaba, ambas cosas eran igual de importantes. En cuanto a su estética, sin dudas, buscaban generar algo en el otro, sentimientos que iban desde rechazo por parte de grupos conservadores, admiración por aquellos reprimidos que no se animaban a rebelarse o un sentimiento de pertenencia por quienes encontraron en ello su lugar seguro. Está claro que buscaron dar que hablar, y lo lograron. Hoy en día, se asocia esta idea de rebeldía con la apolítica, y la verdad es que está muy alejado de esto último, ya que traía consigo un mensaje político muy contundente y muy presente, con cierta afinidad a la anarquía.
En Londres, sin dudas, Vivienne Westwood fue una de las impulsoras de esta estética junto a su marido Malcom Mc Laren (músico, productor y manager del grupo Sex Pistols). Su tienda se convirtió en un lugar de reunión para aquellos representados por la moda punk, que buscaban ir «en contra de la moda». Westwood fue una diseñadora y activista inglesa cuyos desfiles se caracterizaron por tener una carga política importante, ya sea con pancartas o estampados en remeras con distintas protestas, entre ellas hacia el terrorismo, los prisioneros de Guantánamo y llamando a la revolución climática.
Cuando pensamos en un cantante que nos gusta, en un estilo musical o hasta en una canción en particular, se nos viene a la mente una estética, una prenda, un peinado o un maquillaje. La moda ha actuado, a lo largo de los años, acompañando a las bandas y los cantantes. Vestir este estilo punk y escuchar esta música se había convertido en una declaración de quién eras y cuáles eran tus ideales, estaba relacionado con la idea de romper tabúes, sobre todo los relacionados a la libertad sexual y la reivindicación del erotismo femenino. De esta manera el fetichismo comienza a manifestarse en la moda, como una apropiación de un discurso que estaba prohibido en la sociedad. Los tacos altos, el látex, las cadenas, los látigos y las medias de red eran algunos de los elementos más habituales.
En la década del 70, Westwood transformó su antiguo local en una emblemática boutique llamada Sex, que estaba especializada en bondage, fetichismo y sadomasoquismo. En un mundo donde la juventud parecía inmersa en el hippismo, con una estética relacionada a la naturaleza, con cabello largo, pantalones anchos y prendas tejidas, se estaba gestando esta subcultura que buscaba, indudablemente, generar rechazo por parte de los sectores conservadores. El pelo pasó a estar rapado o con los icónicos peinados en cresta, los pantalones pasaron a ser ajustados y el cuero pasó a ser un básico en el armario. No venían con discursos positivos, y de hecho se burlaban de estos y tenían una propuesta relacionada con la burla hacia todo lo que consideraban burgués.
Este movimiento pasó a tener tanta relevancia, que, para el descontento de aquellos precursores del mismo, pasó a formar parte del buen marketing de la sociedad inglesa, ya que mostraba la libertad de expresión de los jóvenes en Inglaterra, y, por lo tanto, lo abiertos de mente que eran a estas ideas rebeldes y a que los jóvenes puedan mostrar su identidad y sus gustos. A medida que transcurrió el tiempo, esta subcultura se fue aceptando cada vez más en la sociedad, y muchos de aquellos elementos que suponían rebeldía fueron formando parte del guardarropa diario de muchas personas, más allá de la carga rebelde que solía tener.
Los ejemplos son infinitos, pero todos recordamos el furor por las remeras de Ramones, cuando su logo pasó a ser incluso más conocido a nivel global que su música. Estas remeras iniciaron con su creador Arturo Vega, que comenzó a hacer estampados con el logo de la banda en serigrafía para poder pagar los viajes con la banda, ya que la discografía no lo hacía, dando comienzo a un fenómeno que continúa hasta hoy en día. Por otro lado, seguimos viendo las medias de red, o las prendas de látex usadas actualmente por muchas mujeres y que aparecen en el guardarropa como un básico a la hora de vestir. Si bien estas últimas aparecen como prendas relacionadas a la sensualidad, ya no se las relaciona directamente a lo que fue el movimiento punk, al igual que las prendas «rotas» que hoy podemos encontrar en cualquier local de ropa con un margen de aceptación mucho más alto que en años anteriores.
Siempre estuvieron, y siempre estarán, aquellos seguidores de la anti-moda, los que quieren ir en contra de lo establecido y mostrar su insatisfacción con las reglas y las imposiciones sociales. «Hazlo tú mismo» fue el concepto que acompañó esta cultura, lo que hoy se le dice comúnmente customizar la ropa y de lo cual podemos ver infinidad de videos con ideas de cómo hacerlo en TikTok, comenzó con esta subcultura que escribía sus remeras de algodón con mensajes políticos, rompía su ropa, hacía sus propias prendas o accesorios y rompía o agujereaban lo que iban a usar. Buscaban la liberación por sobre todas las cosas, y se proponían tener prendas únicas con un intento de personalización y diferenciación respecto a los otros. Siempre habrá razones para protestar y manifestarse en contra de las injusticias, de reafirmar y no olvidar la importancia de respetar la libertad de expresión.
La moda y la música siempre acompañaron los grandes momentos sociales y nunca van a dejar de hacerlo. Son los recitales los lugares donde estas expresiones confluyen, con gente vestida con base en lo que esas canciones les transmiten y frecuentemente con cánticos y mensajes políticos por parte de los espectadores, especialmente cuando de rock se trata. La crítica a los modos de consumo y el inconformismo continúan y se acentúan en ciertos momentos sociales, y si bien, hoy en día, ver a alguien usando una cresta ya no nos parece algo tan rebelde, sino algo ya visto, y tener un pantalón ajustado de cuero no es un hecho de rebeldía, los ideales sobre los cuales se creó el punk prevalecen en muchos jóvenes. Las inquietudes no fueron resueltas, y, de hecho, surgieron muchas más. La rebeldía se manifiesta de muchas maneras y en muchos lugares del mundo, este fenómeno fue mutando, pero nunca desapareció y no creo que alguna vez lo haga.