Con el auge del feminismo en las redes sociales, pareciera que hay intentos por contrarrestar los discursos de esta índole en los mismos lugares, es así como colectivos como MGTOW (Men Going Their Own Way) reafirman la idea de una masculinidad hermética, cerrada sobre sí misma y enfocada únicamente en el cultivo de la propia vida sin la necesidad de una figura femenina para poder alcanzar el éxito personal.
Instagram y TikTok han viralizado influencers enfocados en guiar o acompañar a los hombres en su proceso de crecimiento, mostrándoles que la masculinidad no ha de ser tiranizada, sino direccionada hacia objetivos personales. Lamentablemente, muchos de estos discursos concluyen con la idea de que es mejor reservarse para sí mismo y no compartir con ninguna mujer, dado que estas son una carga y un mal negocio para el hombre que se valora a sí mismo. La falta de información en torno a la temática de la masculinidad ha escalado hasta tal punto que, para muchos de estos gurús de lo masculino, la mayoría de los problemas de los hombres se resolvería con dinero y una suscripción premium al gimnasio del barrio.
El inconveniente es que mientras ambos bandos (feminismo y ‘masculinismo’) se enfrentan diariamente en redes sociales por quién tiene la razón, las tasas de suicidio masculino sobrepasan con creces la data arrojada en el mismo campo por el otro género. ¿Sufren los hombres en silencio? Constantemente, pero no parece ser importante a la hora de elaborar rutas de apoyo gubernamental, debido a que la explicación más mencionada de este fenómeno -el patriarcado- no deja soluciones satisfactorias o pragmáticas.
En algo han coincidido estos gurús de la masculinidad, y es que la ayuda puede provenir de una escuela griega enfocada en desarrollar una vida virtuosa y tranquila a partir de la aceptación serena de los eventos de la vida, independientemente de si son concebidos como buenos y malos. Me refiero al aclamado y recientemente popularizado estoicismo.
Para quien lee por primera vez sobre estoicismo -es una posibilidad- recomiendo acercarse a teóricos como Massimo Pigliucci quién ha aportado significativamente a una contextualización del estoicismo a la vida cotidiana del siglo XXI. Pero para ayudar a ubicarnos epistémicamente en el tema, haré una breve descripción para quienes recién están ubicándose en el tema, quienes prefieran saltársela pueden ir al siguiente subtítulo «Prosoche».
¿De qué se habla cuando se menciona al estoicismo?
El estoicismo, filosofía antigua, propone vivir en armonía con la naturaleza, cultivar la autodisciplina y mantener una serena indiferencia hacia lo incontrolable. Destaca el desarrollo del carácter mediante la forja de virtudes como la sabiduría y la valentía, promoviendo la autenticidad y la coherencia con los valores personales. A diferencia de buscar la felicidad en circunstancias externas, el estoicismo sostiene que la verdadera dicha reside en la virtud. Básicamente, reafirma la idea de que toda felicidad o satisfacción se encuentra únicamente en nosotros. Todo lo que se requiere es entenderse a uno mismo como ser que se auto descubre diariamente y se entrena en el arte del buen vivir.
Abogando por la paz interior, los estoicos creían que la autodisciplina y la aceptación serena de los eventos eran fundamentales para encontrar significado y satisfacción, independientemente de las adversidades de la vida. Este enfoque sigue siendo relevante hoy, ofreciendo una guía valiosa para afrontar desafíos y cultivar una vida significativa.
Prosoche
Dentro de las máximas del estoicismo hay una en particular que me ha parecido fascinante por dos elementos:
- Por el cuidado que requiere el estoico de poder «depurar» afirmaciones -tanto negativas como positivas- del autoconcepto.
- Por lo poco disponible que se encuentra el ser humano de la actualidad de poder llevarla a cabo (especialmente el hombre moderno).
Prosoche, traduciría algo así como «atención consciente» o «plena» en este sentido, describe la capacidad de reflexión sobre acciones y actitudes propias enfocada a la mejora personal y constante. Esta práctica involucra una autoevaluación honesta y una atención cuidadosa a la forma en que respondemos a los eventos de la vida.
En el primer punto de esta sección, afirmé que es complicado llevar a cabo este proceso en parte debido a que «depurar» ideas positivas o negativas del propio «yo» requiere un nivel superior de prudencia y honestidad, y es que la mayor parte de los seres humanos -me incluyo- tiende a moverse entre extremos. O se producen excesivas cargas, acompañadas de culpa, sobre el autoconcepto o se libra de cualquier responsabilidad de mejora para poder responsabilizar a otros de los inconvenientes que han llevado al error. Lo anterior implica que se requiere un estándar alto de humildad para poder reconocerse a sí mismo tal cual es, sin ningún tipo de opinión o juicio externo que pueda llegar a deformar la propia imagen (exaltándola o disminuyéndola).
Sin embargo, me parece aún más complicado el segundo punto, el poder definir en el propio calendario un espacio de entera disponibilidad para sí mismo y para poder enfocarse en las acciones y actitudes que podrían mejorarse diariamente. Esto debido al ritmo de vida tan saturado de información y actividades «productivas» que tiene el hombre moderno. Mientras que, cultural y socialmente, se educó a las mujeres para la belleza, la maternidad y -ahora- el empoderamiento. Al varón le fue inculcado desde joven la idea de proveer, de convertirse en aquel que pone el pan en la mesa o -en términos más modernos- el que puede «dar la vida que merecen» la mujer y los hijos. El estatus es nuestro objetivo como género y, aunque este no siempre implica la posesión de bienes y estabilidad económica, siguen siendo indicadores de que un hombre será capaz o no de triunfar socialmente.
Para sintetizar, el hombre está obligado a la laboriosidad, debido a que esta le permite encontrar el estatus necesario para desarrollarse según las exigencias sociales y culturales que su género trae consigo. Lo anterior implica que pocas son las veces en las que el hombre puede detenerse a reflexionar sobre sí mismo, sobre sus elecciones vocacionales/profesionales y, en especial, sobre sus sentimientos. Esto explicaría -sin justificar- por qué hasta ahora el tema de la salud mental y la forma en cómo se tramitan las emociones masculinas sigue sin resolver.
Prosoche sigue y seguirá siendo para los hombres una herramienta bastante complicada de utilizar, mucho más si no se sigue con rigor y disciplina espacios que fomenten este hábito de autorreflexión. ¿De qué manera podría entonces un hombre empezar a dedicarse tiempo para sí mismo y para este diálogo honesto con su actuar cotidiano?
Diario estoico, herramienta masculina
Si bien es cierto que los hombres difícilmente expresamos nuestras emociones, también es cierto que la mayoría tiende a tener cuidado al elegir a las personas con las cuales prefiere desahogarse. Y, como bien me afirmó un psicólogo de confianza, «el hecho de que algo deba decirse no significa que deba escucharse». Los hombres necesitamos expresar, pero no necesariamente requerimos de un interlocutor para hacerlo. Desde hace años, las investigaciones en psicología han permitido comprobar que muchas personas tramitan mejor sus emociones con actividades como el deporte, las artes o, en este caso, la escritura.
Lo que propongo es retomar la herramienta estoica por excelencia: El diario. Marco Aurelio, emperador romano y reconocido representante del estoicismo llevaba todas las noches de manera disciplinada un diario en el cual podía anotar sus pensamientos, sentimientos y reflexiones. Años más tarde este diario personal se publicaría en forma de guía estoica para estudiantes de filosofía Las meditaciones del filósofo emperador Marco Aurelio.
Confieso que, desde que leí esta obra, me antojé de llevar a cabo este ritual nocturno, alejado de mi esposa, celular y deberes me retiro a mi oficina o escritorio personal y -empezando por la fecha y hora- escribo sobre mi día, mis sentires, mis falencias y procuro con atención plena (prosoche) dejar claros mis compromisos para los próximos días. Vale la pena aclarar que no me refiero aquí de tareas imposibles -para mi- como hacer 200 dominadas o leer 5 libros en una semana. Prefiero el proceso no la perfección. Por ejemplo:
- «Dedica más tiempo al ejercicio, procuremos hacer esas 50 flexiones mañana».
- «Dejemos de procrastinar, empieza mañana con ese documento de Levi-Strauss».
Esas son algunas de las tareas que me he puesto desde 2019 y, hasta ahora, siento satisfacción al mirar atrás y poder apreciarme a mí mismo como maestro y guía. Por supuesto, las palabras cercanas de algunas personas suelen ser mejores como guías que el silencio de la noche y un cuaderno, pero seamos realistas: Hay batallas y demonios que preferimos dejar para nosotros mismos, y eso está bien.
Concluyamos
El estoicismo es una filosofía que propone el autoconocimiento y el desarrollo de la virtud como una forma de alcanzar la felicidad y una vida con sentido. En un mundo que cada vez parece dejar fuera de la ecuación a la masculinidad y retratarla como un monstruo incapaz de ser útil para el hombre y la mujer del siglo XXI, el estoicismo abraza lo masculino y lo invita a depurarse de todo juicio externo, invitándolo a una práctica de honestidad consigo mismo y de tomar consciencia de las cosas que puede mejorar.
El diario es una propuesta, una forma de decir «está bien que no desees hablar con nadie de tus frustraciones, pero necesitas expresar abiertamente que estás en proceso y búsqueda». Espero cada día haya más hombres estoicos, esforzándose por una masculinidad honesta y consciente y, sobre todo, enfocados en un espacio de automejora y diálogo consigo mismos y sus emociones. A veces solo se necesita silencio, un cuaderno, una pluma y a nosotros mismos.