A lo largo de su carrera, desde sus comienzos en la década de 1860 hasta sus últimas obras posteriores a 1900, Degas hizo de la Ópera el punto central de su trabajo, su "espacio privado".
Al explorar sus diversos sectores - sala y escenario, camerinos, vestíbulo, salón de danza-, comienza a observar y a apreciar a sus frecuentadores: bailarines, cantantes, músicos de orquesta, espectadores y suscriptores vestidos de negro que recorren la Ópera. Este universo privado es un microcosmos de infinitas posibilidades que permite todo tipo de experimentos: puntos de vista múltiples, iluminaciones contrastadas, estudios del movimiento y de la verdadera naturaleza del gesto.
Hasta este momento, ninguna exposición había abarcado la Ópera en su globalidad, analizando simultáneamente el fuerte vínculo que unía a Degas con la institución, sus gustos musicales, y también los infinitos recursos que ofrecía esta maravillosa "caja de herramientas". A través de la obra de este gran artista, se ofrece el retrato de la Ópera de París en el siglo XIX.