Figura clave del impresionismo, Berthe Morisot es, sin embargo, menos conocida que sus amigos Monet, Degas o Renoir. A pesar de ello, había sido inmediatamente reconocida como una de las artistas más innovadoras del grupo.
La exposición presenta la trayectoria excepcional de una pintora que, contra las costumbres de su época y su entorno, se convierte en una figura esencial de las vanguardias parisinas, desde finales de la década de 1960 hasta su muerte prematura en 1895.
Pintar modelos permite a Berthe Morisot explorar diversas temáticas de la vida moderna, como la intimidad de la vida burguesa, el gusto por los retiros campestres y los jardines, la importancia de la moda, el trabajo doméstico femenino, confundiendo en estas obras los límites entre interior y exterior, lo privado y lo público, lo terminado y lo inconcluso. Para ella, la pintura debe "mostrar algo que está sucediendo".
Los temas modernos y la ejecución veloz están relacionados con la temporalidad de la representación, confrontando continuamente a la artista con lo efímero y con el paso del tiempo. Por ello, sus últimas obras, caracterizadas por una expresividad y una musicalidad novedosas, sugieren una meditación a menudo melancólica sobre la relación entre el arte y la vida.