La exposición quiere explorar el fecundo y a veces paradójico diálogo entre un padre, Pierre-Auguste Renoir, y un hijo, Jean Renoir, entre dos artistas, entre pintura y cine. Los puntos de contacto entre la obra del cineasta y del pintor van más allá de un juego de influencia y de transposición.
Todo sucede como si hubiera sido al interrogar la pintura de Renoir y de sus contemporáneos y, en general, el siglo XIX acabándose, que Jean forjó su personalidad artística y estableció su autonomía de cineasta. La exposición retrocede con un nuevo enfoque sobre su papel en la difusión de la obra de su padre, sus relaciones con el círculo artístico y su práctica de ceramista que lleva a cabo de forma paralela al cine, porque alfareros y cineastas transigen con el azar.
Las relaciones entre Pierre-Auguste y Jean están jalonadas por retratos cruzados, entre un hijo que ha posado para su padre sin haberlo filmado nunca, pero que prepara durante cerca de veinte años su biografía que todavía tiene muchos lectores en la actualidad. A través de cuadros, extractos de películas, fotografías, trajes, carteles, dibujos y documentos, algunos inéditos, esta exposición pluridisciplinar explora temas (el papel del modelo femenino por ejemplo) y geografías (el Sena, Montmartre, el Mediodía) comunes a ambas obras que reúnen tal vez con mayor certeza todavía un afán por la libertad y una profunda humanidad.