Ubicada frente a la costa este de África, acariciada por el Océano Índico, la isla de Madagascar es un continente en miniatura. Una posición excepcional - que explica una diversidad natural, lingüística y cultural - única en el mundo. Mucho antes de la llegada de los europeos en 1500, esta isla era un crisol extraordinario gracias a las migraciones y los viajes africanos, persas, árabes, indios y sudasiáticos.
La exposición revela estos mestizajes, esenciales para la comprensión de la cultura malgache, a través de las creaciones artísticas de la isla, situándolas individualmente en su contexto y su época. Un arte desconocido, que se refleja en la vida cotidiana de sus habitantes, su arquitectura, sus muebles u objetos personales (estuches, tocados o joyas), de depurado diseño.
Y cuyo refinamiento es sublimado al tratar lo sagrado y el mundo funerario, como lo demuestran ciertas piezas utilizadas en los rituales fúnebres, de una sutil estética, ya sea que estén tejidas de seda (textiles), talladas en madera (pilares, esculturas) o elaboradas con materiales compuestos (amuletos).