Mucho se ha escrito y publicado ya sobre la fiesta mexicana de Día de Muertos, fiesta que, cada día, cobra más popularidad entre los que habitan más allá de nuestras fronteras. En parte, por la información que los medios difunden sobre esta y, en ocasiones, por los mismos mexicanos expatriados que, aun fuera del territorio mexicano, celebran esta fiesta. Si bien la celebración ha sido en los primeros días de noviembre y ya estamos casi a fin de mes, no quiero dejar pasar la oportunidad de contar, un poco más, sobre lo que esta bonita fiesta representa.
A pesar de todo, no me sorprende que todavía sea un tema, quizás, muy desconocido y poco comprendido por quien no lo ha vivido en carne propia, y no los culpo, pues aun como mexicano cuesta trabajo muchas veces entender el verdadero sentido de esta fiesta. Incluso hay mexicanos que, influidos por lo que algunas corrientes religiosas dicen, dejan de practicar tan bonita y significativa conmemoración. O bien muchos han llegado a pensar que es como la versión mexicana de Halloween cuando, en realidad, no tiene más relación que la proximidad en los días.
Recientemente la ya tan popular película de Coco de Disney Pixar -la cual, por cierto, debo reconocer que es una excelente producción y... ¡vaya que se nota la investigación que realizó Disney! -, ha logrado captar y mostrar el verdadero sentido de la fiesta. Sin embargo, no explica algunos elementos que forman parte de esta celebración y que voy a explicar a continuación.
Los orígenes
El festejo y la veneración a los muertos es una práctica ancestral que se practicaba, en lo que ahora es el territorio mexicano, desde tiempos ancestrales, es decir, aún antes de la conquista de los españoles. Culturas como los aztecas, toltecas, teotihuacanos y mayas, por mencionar algunas, ya rendían culto y veneraban a sus muertos; tales costumbres, tras la llegada de los españoles, se fusionaron para crear un sincretismo religioso que dio origen a lo que ahora conocemos como el Día de Muertos, retomando elementos como la ofrenda de día de muertos y añadiendo otros más.
La Catrina
Existe un personaje que se ha convertido en un ícono de México, La Catrina, quien, seguramente, a muchos ha de causar miedo o, quizás, no entienden cómo puede tener tanta aceptación entre todo un pueblo. El origen de esta tan famosa calavera que viste con sobrada elegancia y, debo mencionarlo, es toda una dama, se remontan a la época de los presidentes Benito Juárez y Porfirio Díaz, época en que el caricaturista José Guadalupe Posada creó la ya mencionada ilustración de este personaje, quien, originalmente se llamó la Calavera Garbancera, término que se utilizaba para nombrar a las personas que, teniendo sangre indígena, pretendían ser europeos.
El término catrín, por otro lado, era usado para definir a los hombres de elegante vestir de aquella época. Fue así que, tras la ilustración hecha por Diego Rivera donde aparece La Catrina, con un elegante vestido y una estola de plumas, junto a su creador, la Calavera Garbancera comenzó a conocerse como La Catrina. Es bastante común, durante los días de muertos, ver a niños, niñas, adultos y familias enteras, caracterizados como catrinas o catrines recorriendo las calles de las ciudades mexicanas, visitando los altares o participando de actividades recreativas y culturales relacionadas con el Día de Muertos.
El altar de muertos
El altar de muertos u ofrenda de Día de Muertos es otro elemento básico en la celebración, cuyo objetivo es honrar a los muertos que, según la creencia popular, vuelven en esos días para visitar a sus seres queridos y pasar un tiempo con ellos en espíritu, así como para que los vivos recordemos y honremos la memoria de los ancestros que ya no están físicamente con nosotros y nunca olvidar nuestros orígenes ni a quienes han forjado lo que actualmente somos.
El altar de muertos, generalmente, se adorna con flores de cempaxúchitl (Cempaxochitl) y con papel picado, en donde se colocan las fotos de los que ya murieron, los platillos y bebidas que, en vida, eran sus favoritos. Además, en el altar de muertos se colocan veladoras que sirven para alumbrar el camino de los que vuelven a casa y un camino con pétalos de flor de cempaxúchitl que sirve como guía hacia la ofrenda.
Cabe la pena aclarar que nuestros muertos no vienen con el objetivo de asustarnos o de hacernos pasar una noche de terror como sucede con el Halloween, así como los mexicanos no ponemos la ofrenda de Día de Muertos con el objetivo de adorar o rendir culto a la muerte, santa muerte o como se le conozca.
En conclusión, la fiesta de muertos es un día que el pueblo mexicano dedica para honrar la memoria y recordar a aquellos quienes ya no están en este mundo físico, pero han dejado su huella y aún viven en la memoria de quienes los recuerdan y les honran. No debemos olvidar que somos lo que somos gracias a lo que nuestros antepasados han forjado en nosotros y recordar que, aunque ya no estén físicamente con nosotros, ellos no han muerto ni morirán mientras nosotros sigamos manteniendo su recuerdo, legado y cariño en nuestro corazón y en nuestra mente hasta el día en que nos reunamos con ellos en el más allá.