El color lo llevo, como pintor, siempre conmigo, me acompaña como mi sombra, y cuando me enfrento a un trabajo, mi entrega es total y dejo que sea el cuadro quien me pida los colores que necesita para mostrarse. El color puede hacer la tragedia bella, a pesar del dolor que pueda transmitir.
En una de las proclamas del Manifiesto Testamento Contemporáneo de las Artes de Jorge Rando decía: «Queremos despojar a la pintura de cualquier atadura. Que cada pintor utilice la línea y el color que le pida el cuadro, sin necesidad de ningún código que le dicte normas. La esperanza se puede pintar en verde y también en negro. No existe ningún significado específico de los colores ni deben existir reglas para su utilización».
Deseo que en mis cuadros nazca el color como color, no como parte del color de la naturaleza, que ya nació con color, sino como el color que fue creado para ser utilizado como color y que los pintores usamos y valiéndonos de él buscamos la verdadera Obra de Arte. En un principio fue la creación del color y posteriormente la utilización del color para llegar lo más lejos en esa eterna búsqueda del artista para encontrar esa Obra de Arte que solo se conseguirá con la entrega total como instrumento y en la pureza que te da la libertad.