“Evocar el pasado,
la vida al aire libre,
la sensualidad,
el arte culinario,
la tarjeta electrónica,
el futuro,
el tiempo”
Dentro de las ideas de la memoria del conjunto del proyecto del hotel-restaurante Les Cols, en Olot, (Girona), aparece la frase que titula este artículo como una verdadera declaración de intenciones de sus autores. Para mí, una de las ideas de arquitectura más sugerentes que haya leído últimamente. Y más aún, cuando observo cómo esta frase ha sido curiosamente eliminada en su última monografía en el proyecto de la Carpa. Las otras evocaciones parecen relativas a temas más “arquitectónicos”, más “serios”, con mayor derecho a aparecer en una publicación al uso. Pero la referencia a la tarjeta electrónica ha sido borrada. Cosa de ordenadores, ya se sabe…
Pero me atrae esta frase porque denota un acercamiento consciente a la introducción en su obra de algunos de los paradigmas de la actual era digital. Subyace en su obra el convencimiento de la virtualidad de la arquitectura, del intento de materializar esa inmaterialidad a través de una nueva mirada en la construcción de sus espacios. Entendiendo que, al igual que la luz y el material son parte del lenguaje del arquitecto, la tarjeta electrónica puede formar parte de las técnicas de definición espacial para ofrecer nuevas posibilidades y desvelar “otras” funcionalidades de un lugar.
Algo hay aquí de la teoría de la Computación Ubicua (Ubicomp) de Mark Weiser y su posterior desarrollo bajo el nombre de Inteligencia Ambiental (AmI) , con la que se busca crear una naturaleza mediada en la que las tecnologías de la información nos sirvieran de modo sencillo, natural e invisible. Es esta una de las definiciones fundamentales de espacio correspondiente a nuestra era de la información, y es esta la idea principal que creo rige las intenciones del espacio de la carpa de Les Cols. Desarrollando su búsqueda de las relaciones entre espacio real y virtual mediante una obra que podemos calificar, certeramente, de verdaderamente contemporánea.
Ejemplo de esta investigación es la manera cómo desaparecen las instalaciones de climatización en el muy material suelo, el modo cómo el inmaterial sonido viaja y fluye desde la material catenaria estructural (¡estructura + sonido!) y la manera en que el mobiliario transparente –vacío- se revela –llena- usado por las personas. Las flexibles divisiones de cortinas traslúcidas, los sanitarios que aparecen y desaparecen, todo ello entre unos taludes de piedra y una cubierta velada, en un ejercicio de integración entre lo físico y lo virtual, entre experiencias sensoriales y materia construida.
Algo de ello se intuía ya en sus fascinantes pabellones, donde el agua mana al acercarnos al lavabo y la bañera despierta con el día creando un ambiente sonoro de relax y aromas mediterráneos. Espacios hápticos que se modifican y ponen en funcionamiento con sus habitantes. La chica que habitaba aquella casa digital de Salvador Pérez Arroyo podría abandonarse íntimamente en ellos.
Así es la nueva naturaleza de la Carpa, un lugar que, en palabras de sus autores, se “activa” con la presencia de las personas, listo para actualizarse con el uso de terminales de información –tablets, ipads, móviles, tarjetas electrónicas…el propio ser humano-.
Aquí reside el camino a seguir por la arquitectura hoy. Asumir la tecnología digital como una técnica más de proyecto. Y entender la red como un lugar de posibilidades compartidas para ese proyecto.
RCR son conscientes y para ello no dudan en dar un paso más hacia adelante, redefiniéndose: Acaban de crear el LAB.A Espai Barberí. Planteando crear procesos industriales mediante una compañía de diseño asociada a una plataforma web, ofreciendo en código abierto su trabajo, dispuestos a ser conocidos y usados por todo aquel que quiera servirse de una experiencia sólida y veraz.
Es la nueva actitud. Plantear, desde el dominio de la materia y la tecnología, integrar los espacios físicos y virtuales, proponiendo una nueva forma de entender la arquitectura, que no solo alude a la definición del propio espacio construido, sino también al espacio que las TIC permiten.
La tarjeta electrónica es hoy el nuevo lápiz del arquitecto.