Cadaqués y el Alt Empordà, en la Costa Brava de Gerona (España), fueron testigos del amor entre el pintor Salvador Dalí y su musa Gala. Hoy, recorrer esos lugares sigue despertando al viajero el romanticismo más puro.
Dicen que Cadaqués es lo que es gracias al genio de la pintura que se estableció en él y lo preservó. Lo cierto es que este pequeño y pintoresco pueblo de pescadores respira por cada uno de sus poros la bohemia, que ha resistido de forma heroica a la especulación.
Huele a entorno de mar, a ricas paellas de arroz, a suquet de pescado, arroz a la cazuela y sepia con guisantes. Cuando anochece, este pueblo mágico que dice que lo fue de piratas se llena con el rumor del jazz que sale de sus numerosas cavas y el resplandor azulado de las llamas de los cremats, esa deliciosa bebida alcohólica hermana de la queimada gallega.
Pueblo de pintores y para ser pintado en un entorno casi sideral barrido por los furiosos vientos de la tramontana, postal de belleza marítima dotada de una luz especial, con un paseo de ronda de ensueño junto a un mar plácido, Cadaqués fue durante las primeras décadas del siglo XX un importante foco cultural. Artistas de la talla de Picasso, Chagall o Klein encontraron en este hermoso rincón gerundense su particular fuente de inspiración, pero fue Salvador Dalí, maestro del Surrealismo, quien dio a Cadaqués fama internacional al establecer en la bahía de Port Lligat su residencia y hacer de ella su particular corte de los milagros a la que asistían, en peregrinaje, artistas de la talla de Magritte, André Breton, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Marcel Duchamp o Man Ray, que acudían a rendir pleitesía al anfitrión.
La estratégica ubicación de Cadaqués permite descubrir otras localidades de la comarca, un entorno de gran belleza y tranquilidad. Varios kilómetros al norte se encuentra Colera, pueblo marinero que cuenta con hermosas playas. Otras poblaciones de interés son Llançà, con un animado puerto deportivo, y El Port de la Selva, donde se ubica el monasterio medieval de Sant Pere de Rodes, levantado en el siglo I y considerado como el edificio más importante del románico catalán.
Los amantes de la naturaleza encontrarán importantes espacios protegidos: en el golfo de Roses se puede visitar el Parque Natural de los Aiguamolls de l'Empordà, importante reserva ecológica, y en el norte el Parque Natural del Cap de Creus, un claro ejemplo de la fisonomía de la Costa Brava.