Al estar planeando una corta visita a la ciudad de Breda tenía pensado recorrer su centro histórico para ver las joyas de la arquitectura y la cultura de las que había escuchado hablar a los que me recomendaron ir allí. Lo que no me esperaba encontrar a mi llegada era la curiosa postal del parque Valkenberg con sus gallos y gallinas.
Breda es una ciudad que está en la provincia de Brabante Septentrional, hacia el sur de los Países Bajos, y que a través de la historia ha sido un centro de importancia militar, política, cultural y social. Y una de las razones que tuve para visitarla fue precisamente su patrimonio arquitectónico.
Al llegar en tren a esta hermosa ciudad, la forma más fácil de caminar hasta el centro histórico es tomando la calle Willemstraat hasta pasar el canal y cruzar el Parque Valkenberg hasta su salida, en donde se pueden ver algunos vestigios de su pasado como fortaleza.
Y es precisamente en esa caminata en la que me encontré la curiosa escena de las gallinas y los gallos en el parque. A pesar de que es muy normal ver en las zonas verdes de todo el mundo a diversos tipos de animales y aves, en particular los patos y las palomas, no es tan común escuchar cacareos en un momento de esparcimiento en medio de la ciudad.
Aunque los habitantes de Breda y los visitantes asiduos de ella ya son familiares con dichos animales, estos no fueron puestos allí por el gobierno local para añadir un toque diferente a sus campos, sino que se trata de animales que fueron abandonados a su suerte por personas que ya no quisieron o pudieron tenerlos más.
Junto a los corredores, a los que se sientan en la grama a tomar el sol, a los niños que van a jugar y los que aprovechan de la tranquilidad del sitio para hacer yoga, van caminando estos curiosos plumíferos.
Además, la grama de este parque es muy verde y tupida, lo que invita a que las personas decidan sentarse allí en los días más cálidos a tomar un poco el sol o a descansar los pies después de una larga caminata. Y estando en ello pueden empezar a ver a los gallos, gallinas y polluelos saliendo de los arbustos, caminando y hasta corriendo, curiosos al ver a las personas. Y a pesar de que hace poco algunos de ellos fueron reubicados, aún hay varias decenas.