Me llamo Ana Laura y soy estudiante de Profesorado y Licenciatura en Español como Lengua Materna y como Lengua Extranjera. Actualmente me desempeño como gestora de proyectos, redactora de contenido y administradora de redes sociales para una pyme de servicios lingüísticos con sede en Argentina, España e Inglaterra. También doy clases virtuales de español para extranjeros.
Crecí en una familia de clase media, radicada en un barrio de Córdoba Capital, en Argentina. Desde chica, siempre me sentí sapo de otro pozo. Parecía ir a contracorriente la mayor parte del tiempo. Pasaba muchas horas al día inmiscuida en mis pensamientos, imaginando universos en donde mis ideales se realizaran y se vengaran las injusticias del entorno en el que vivía. Siempre fui una idealista. “La defensora de pobres y ausentes”, diría mi familia. Luego del fallecimiento de mi madre a mis tempranos 12 años, fue imperativo para mí comenzar a cimentar argumentos contundentes para mis convicciones y empezar a hablar en voz más alta.
Fue así que me encontré con el mundo de la gramática, la sociolingüística y la dialéctica. Ellas me ayudaron a dar ímpetu a mis convicciones, voz a mis deseos y coherencia a mi discurso. El lenguaje no es como la matemática. La suma de los componentes sí altera el producto. Y los debates sociales, de los que la lengua es motor y combustible, son permeables a las diferentes valoraciones ideológicas a las que frecuentemente hacemos la vista gorda.
Durante mi trayecto universitario decidí participar en distintos proyectos de extensión que me permitieron resignificar mi profesión. Allí fui testigo de las más diversas realidades. Vi desde cerca a la injusticia flamando con fervor, al miedo restringiendo sueños y aspiraciones y a la vergüenza callando sentimientos y censurando convicciones.
La elocuencia del discurso es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Puede darte alas o cercenar tu libertad. Toda narración constituye un entramado de presencias y ausencias, de inclusiones y exclusiones, lo que supone una forma de modelización cultural. Por eso, es importante dar cuenta de las lógicas que subyacen a todo acto de habla para poder vincularse con el mundo de manera crítica y sensata. Convencida de esto, decidí abocarme a ser una bisagra entre las nuevas generaciones y las restringidas posibilidades que nos ofrece este mundo globalizado. Quiero contribuir a formar seres capaces de posicionarse de manera crítica, cuyas construcciones reflejen su esencia de manera auténtica. Quiero que cada persona que interactúa con mis textos pueda encontrar en ellos herramientas para dotar de significado su existencia, y contribuir a formar un mundo menos alienado, más inclusivo y, sobre todo, más feliz.
Yo escribo para no dar las cosas por sentadas.