Se trata de la nueva exposición en la Villa de Campolieto en Herculano, la ciudad que tuvo el mismo destino que Pompeya en el año 79 de nuestra era. La sede constituye una de las más fascinantes villas de la época borbónica, donde el visitante se introduce en la antigua Roma para descubrir lo que podríamos definir una verdadera cultura del alimento. El alimento es un hilo rojo que liga el presente al pasado y no sólo por las elementares necesidades biológicas. Jamás como en Herculano surge con claridad una relación con el alimento que se centra no solo en la calidad y variedad de los productos sino también en el esmero, en la preparación y en el resultado gastronómico.

Tras un presente compuesto de imágenes halladas en la odierna realidad de la nueva Herculano y la antigüedad romana, la exposición no pierde nunca de vista la belleza de la Villa de Vanvitelli, dotada de espacios abiertos y en armonía con el valioso contenedor. Atravesando las salas lucen tanto los hallazgos expuestos como la espléndida morada del siglo XVIII. La finura y el valor histórico de la planta noble de la Villa Campolieto han exigido un contenido de todo respeto, de aquí nace la idea de la “estancia en la estancia”, montaje que crea un diálogo entre el pasado y el presente.

Los más de 300 esqueletos de aquellos que huían del desastre natural en la antigua playa de Herculano, han ofrecido diversos datos del estado de salud de la población y del alimento que ingerían: eran hombres, mujeres, niños que poblaron las calles y las casas de la antigua Herculano, cuya vida no acabó realmente ahí, sino que de algún modo ha llegado hasta nuestros días para siempre en aquellos lugares y transmitida al futuro a través del curso de las generaciones.

El poeta Horacio afirmaba: Ab ovo usque ad mala, (una comida en la antigua Roma normalmente iniciaba con los huevos y acababa con la fruta) y como en una bandeja de plata la antigua Herculano nos entrega una gran cantidad y variedad de hallazgos orgánicos en excepcionales condiciones de conservación, demostrando una variedad envidiable de alimentos. Materia prima y fruto de un sorprendente arte culinario, el alimento de esta ciudad romana se muestra a través de restos carbonizados de pan, cereales, legumbres, fruta, huevos, queso, crustáceos de mar, además de las vajillas, baterías de cocina, utensilios y cacharros, objetos de uso diario y de lujo, que nos devuelven valiosas informaciones de los principales aspectos de la alimentación de los antiguos herculanenses: desde la producción al consumo y a la eliminación de residuos.

Como explica el director del parque arqueológico, Francesco Sirano: “El proyecto de esta exposición nace ya en 2018, que incluía un ciclo de tres exposiciones con los vestigios más significativos de la antigua ciudad, es decir, oros, maderas y alimentos consiguientes a los aspectos de esta antigua comunidad relativos al lujo, a la artesanía y a las costumbres alimenticias, con la voluntad de exhibirlas en los lugares más bellos del territorio, como esta suntuosa Villa Borbónica.

Los placeres de la mesa, las tradiciones culinarias y la socialidad eran aspectos fundamentales en la vida diaria de los antiguos herculanenses, y ahora, podemos seguir celebrando y descubrir las mismas o similares tradiciones, aún una parte esencial de nuestro día a día. La Villa Campolieto se convierte en un puente entre pasado y presente, un lugar en que la memoria histórica entabla un diálogo con nuestro tiempo.