Paul Cézanne ya lo dijo en su día: “el Louvre es un libro en el que aprendemos a leer”, por lo que no es de extrañar que esta inagotable fuente de inspiración haya cautivado a uno de los ámbitos más vibrantes de la creación contemporánea: el de la moda. Los estudios y las monografías dedicados a las grandes figuras de la moda muestran cada vez más un cierto interés por establecer genealogías estéticas, con el fin de situar a los diseñadores dentro de una perspectiva histórica y artística. La evolución de la moda no solo está marcada por cambios más o menos radicales o estacionales que podamos observar en ella, sino también por sus alusiones y referencias. Los lazos que se tejen entre la moda y el arte son casi infinitos, y en lo que a influencias y fuentes de inspiración se refiere, el Museo del Louvre ofrece un vasto terreno de estudio, gracias a la gran riqueza de su colección y a los gustos que esta refleja.

Habida cuenta de la inmensidad enciclopédica del Louvre, la exposición se centrará sobre todo en abordar la historia de los estilos decorativos y de los oficios ligados al mundo del arte y del ornamento. Una temática que tendrá como telón de fondo las galerías y salas del Departamento de Artes Decorativas, donde el trabajo del textil tiene un peso importante, no tanto en cuanto a indumentaria, sino en lo que respecta a la confección de decorados y tapices.

A lo largo de un recorrido de casi 9 000 m2, se exponen 65 piezas de moda contemporáneas y una treintena de complementos, en un diálogo estrecho, inédito, histórico y poético con las obras maestras del departamento, desde Bizancio hasta el Segundo Impero francés. Dichas piezas, las cuales han sido concedidas por las casas de moda más emblemáticas — tanto históricas como contemporáneas, de París y otros lugares— forman un conjunto de excepción.

El objetivo que se persigue no es presentar obras en medio de las salas sin más, sino avivar y poner de relieve vínculos evidentes, ya que ciertas personalidades del mundo de la moda —de Jacques Douce a Madame Carven—, también han contribuido a la formación de la colección del departamento gracias a su generosidad. Si comparamos la historia del arte y de la moda, las similitudes son innumerables: ambas comparten métodos en común, conocimientos de técnicas ancestrales, una cultura visual, ese juego sutil por las referencias —por no hablar de los catálogos razonados versus los moodboard de la moda. Esta exposición ofrece, pues, la posibilidad de observar las obras a través del prisma de los diseñadores contemporáneos.