Ocho décadas y media cumplió el Instituto Nacional de Historia y Antropología de México, donde el pasado y el presente dialogan a través de la investigación y la conservación, del estudio de los pueblos originarios de hoy y de ayer. ¿Qué significa la institución para el continente americano? ¿Cómo y qué ha hecho que permanezca en el tiempo y que tantos profesionales o amantes de la historia, la cultura y el patrimonio de todas partes del mundo la reconozcan? Esas preguntas tienen mucho que ver con el origen y la misión del INAH como garante del patrimonio vasto de los pueblos que habitaron desde la prehistoria a la nación que conocemos hoy. Por eso dedicaremos este breve espacio a algunos acontecimientos y debates sobre su origen.

El INAH es una de las últimas instituciones que fundara el gobierno de Lázaro Cárdenas, quien dirigió al país entre 1936 y 1940. Para ser precisos, en 1939 le otorgó a la antropología —es decir, a los antropólogos— la responsabilidad de realizar investigaciones centradas en la población en general y en los pueblos autóctonos, a la par de continuar la investigación y protección del patrimonio nacional. De esta manera, durante el XXVII Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en la Ciudad de México en agosto de 1939, el primer director de la institución dio un discurso que la Dra. Mechthild Rutsch ha descrito como intencionalmente nacionalista (Mechthild, 2022: 58). La ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia) surge después, en 1942.

Todavía no se sabe exactamente por qué esta institución de enseñanza perteneció desde sus inicios al INAH. Como muchas decisiones en la historia no es fácil rastrear sus causas; sin embargo, los historiadores de la antropología mexicana Dra. Mette Marie Wacher Rodarte y Dr. Juan Manuel Rodríguez Caso, en la ponencia “Del IPN al INAH. La ENAH”, han planteado que Alfonso Caso, a la postre director del INAH, fue quien influyó en la decisión (2022: 81). El IPN o Instituto Politécnico Nacional, que también representó la educación socialista del gobierno de Cárdenas, es donde se creó el Departamento de Antropología de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y esto ha causado otra de las discusiones sobre cuándo surge la ENAH, centro de educación superior del INAH.

En el IPN nació el departamento de Antropología con la participación de profesores extranjeros como el emigrante alemán Paul Kirchhoff, nos cuenta la historiadora de las ciencias antropológicas Dra. Mechthild Rutsch, en la ponencia del mismo libro publicado en el 2022, Paul Kirchhoff, la migración de la izquierda y algunos principios que legó a la etnología mexicana. Esa fecha es la que en muchas celebraciones de la fundación de la ENAH se escoge como la de su nacimiento.

Pero el INAH no es solo conservación, enseñanza y divulgación del patrimonio, sino que también es una red de intelectuales y técnicos que, cuando del trabajo de antropología se trata, han ido al campo de estudio a trabajar con las comunidades autóctonas y a los archivos y laboratorios. Lo que usualmente pensamos es el patrimonio, se reduce a vestigios arquitectónicos vistosos y engalanados por los restauradores, el trabajo silente del arqueólogo, la constancia del trabajo con el microscopio y las hipótesis se ignoran cuando se ven el edificio o Teotihuacán.

Es grande el aporte de las ciencias antropológicas en México al conjunto íntegro de la nación y a la región toda, pues desde esa misión fundacional no ha cesado de enseñar y aprehender el pasado y el presentes: entretejidos en nuestros complejos de relaciones humanas, inseparables del tiempo que habitan sus científicos y del trabajo de campo o/y teórico del antropólogo. Así que a través de la historiografía de las ciencias antropológicas y la historia del INAH, y de la ENAH en sus inicios, se puede comenzar a entender la trascendencia de una institución que ya tiene un clásico llamado a forjar América en La antropología en México. Panorama histórico, como la antropología que puede ser para sí y para todos.