Se trata del movimiento literario y artístico florecido en Francia, cuya fecha oficial se sitúa en 1924, año en el que salieron el primer Manifiesto del surrealismo de André Breton y el primer número de la revista La révolution surréaliste.

En realidad, la constitución del grupo surrealista acaeció entre 1922 y 1924. Este nuevo movimiento estaba compuesto por ex dadas como Max Ernst, Jean Arp, Man Ray, a los que se unieron Pierre Roy, André Masson y durante algunos años, Joan Miró, Yves Tanguy, René Magritte, Alberto Giacometti, posteriormente en 1929 Salvador Dalí y en 1936 Paul Delvaux. Por su lado, Duchamp y Picabia, sin llegar a ninguna adhesión, simpatizaron y colaboraron con este movimiento.

El término Surrealismo fue utilizado por vez primera por G. Apollinaire a propósito del ballet Parade de E. Satie (1917), siendo el principal promotor A. Breton que, en el Manifiesto del surrealismo, afirmó cómo con “el automatismo psíquico puro” se expresa el funcionamiento real del pensamiento.

Para los surrealistas fue fundamental el descubrimiento de la teoría freudiana y así los métodos clínicos del psicoanálisis ofrecían nuevos instrumentos a las artes figurativas: los elementos de la “casualidad” y del “automatismo”, ya parcialmente utilizados por los dadas, adquieren mayor significado si se relacionan con el factor “subconsciente”.

Así pues, hace un siglo nacía oficialmente el Surrealismo. A partir de entonces la percepción del mundo no sería ya la misma: “La imaginación no es más que la revelación de lo que somos, de nuestra propia substancia, que es sueño, pureza, energía, libertad” escribía André Breton en el Manifeste du surréalisme, publicado el 15 de octubre de 1924, marcando el inicio oficial del movimiento.

Y ahora en la Fundación, sede de la exposición, que celebra los primeros cien años de su origen, una de las vanguardias más determinantes y longevas del pasado siglo XX, el Surrealismo, presenta además el complejo vínculo con los artistas y la escena cultural italiana desde finales de los años veinte hasta finales de los sesenta.

La importante cita, comisariada por Alice Ensabell, Alessandro Nigro y Stefano Roffi, valiéndose de más 150 obras de Salvador Dalí, René Magritte, Max Ernst, Joan Miró, Marcel Duchamp, Man Ray, Yves Tanguy, Giorgio de Chirico y el hermano Alberto Savinio, Enrico Baj, Fabrizio Clerici, Leonor Fini y otros protagonistas de esta magnífica corriente, testimonia la amplitud de medios y lenguajes del Surrealismo y explora el impacto y la evolución de este país, ofreciendo una perspectiva inédita y fascinante de un movimiento que ha dejado una huella imborrable en el imaginario artístico contemporáneo.

El recorrido expositivo se desarrolla en dos grandes capítulos, divididos en secciones temáticas. El primero de éstos desea presentar el Surrealismo internacional y su llegada a Italia; interpretado inicialmente por los trabajos de de Chirico y Savinio de vuelta de París en los años treinta y después representado por medio de las obras de los maestros del movimiento histórico, que demuestran una profunda heterogeneidad estética y formal (arte abstracto y figurativo), así como una multitud de técnicas utilizadas (pintura, collage, asemblaje, fotografía, ready-made y objetos encontrados). Aquí lucen importantes trabajos de Magritte, Dalí, Man Ray, Ernst, Masson, Miró, Tanguy, Duchamp, Matta y Lam además de de Chirico.

Mientras el segundo escoge a los protagonistas del escenario surrealista italiano, ya a partir de los años treinta con el objetivo de examinar las tangencias con el grupo francés y también de enfocar la independencia y la originalidad. Se puede percibir en Italia el delinearse de dos tendencias principales: por una parte, el nacimiento de un grupo que se inspira a prácticas artísticas nuevas y que entabla relaciones con el grupo francés, como se evidencia en las obras de Sergio Dangelo o de Enrico Baj. Por otra parte, una serie figurativa fantástica, caracterizada por la producción de obras visionarias a las que pertenecen, entre otros, Leonor Fini, Fabrizio Clerici, Stanislao Lepri, por lo que la obra de de Chirico y Savinio resultó de capital importancia. Estos últimos atraen la crítica internacional, como demuestran sendas presencias en el número monográfico de la revista norteamericana View, publicado en 1946, titulado Italian surrealists.

Especial atención se dedica al contexto de la difusión del Surrealismo en Italia, resaltando los actores y los lugares cuyos artífices, fueron particularmente los galeristas y los coleccionistas.

La prestigiosa Fundación Magnani-Rocca invita al público a este sorprendente paseo para conocer cómo el movimiento surrealista haya podido liberar el subconsciente y transformar la percepción de la realidad, ofreciendo nuevas claves de lectura para comprender el arte y la vida. Una celebración que no constituye solo un homenaje sino también una reflexión viva y actual sobre cómo el automatismo síchico siga influyedo nuestro presente y, citando una vez más a Breton: descubrir que “Lo maravilloso es siempre bello, mejor dicho, solo lo maravilloso es bello”.