Comisariada por Monica Viero y Monica Dengo, esta exposición reúne a seis artistas contemporáneos de Armenia, Irán, Irak, China e Italia para dialogar con documentos y manuscritos antiguos, ejemplares conservados en la Biblioteca del Museo Correr y excepcionalmente expuestos al público: un recorrido en el que la Ruta de la seda se convierte en la Ruta de la escritura, para ahondar en las diversas declinaciones artísticas, históricas y culturales de la Caligrafía. Se trata de la nueva cita de la Fundación Museos Cívicos de Venecia pensada para promover el conocimiento y la práctica de la escritura a mano; este año dedicado en modo especial a las celebraciones por los 700 años de la muerte de Marco Polo y a las culturas caligráficas que el mercante encontró en su viaje, en la ruta hacia Oriente.
Los autores presentes, Gayane Yerkanyan y Sarko Meené, Golnaz Fathi, Hassan Massoudy, Mingjun Luo y Monica Dengo, diferentes por procedencia geográfica, cultura, edad, herencia expresiva y material, quedan unidos por la particular relación con la caligrafía y la escritura a mano del propio país de origen, desde el estudio de lo que las formas transportan en cuanto símbolos, formas en el espacio, o signos y manteniendo una relación de identificación con los propios orígenes. El diálogo con los documentos antiguos se propone resaltar la relación clásica con la escritura, cuya forma está principalmente al servicio del contenido. Entre los ejemplos dos valiosos manuscritos del Corán de los siglos XVII y XVIII miniados con hoja de oro, un volumen para el catecismo de los misionarios dominicos en chino, pasaportes, “salvoconductos sanitarios” y cartas de fe con caracteres islámicos en turco y árabe, certificados comerciales para la compra-venta de piedras preciosas en armenio, hasta un raro ejemplar de párrafos del Tripitaka con caracteres birmanos en hojas de palma.
El trabajo de Terkanyan (Yerevan, Armenia, 1989) consiste en la descontextualización de las letras armenias para ofrecer nuevos significados visuales y simbólicos. En sus obras no hay palabras, el significado está constituido por las mismas letras. En cuanto símbolos del patrimonio cultural armenio, que se vuelven representaciones visual de una cultura, combinadas en juegos abstractos de formas y espacios. Las obras del artista exhibidas, tienen una aproximación más cercana al dibujo geométrico que al signo directo y espontáneo propio de la escritura a mano. El suyo es un signo casi privado de gestualidad si bien cargado de imprecisiones que son propias de un trabajo manual directo, que no intenta esconder la propia humanidad.
En sus obras Meené, nombre artístico de Armine Sarkavagyan (Yerevan, Armenia, 1984) reflexiona en la exploración de los significados vinculados a la memoria, a la escritura a mano y a las letras armenas a través de los manuscritos de su abuelo, el escritor y poeta Karpis Surenyan, en particular a través de su libro El misterio de ser armenio. Fascinada por las páginas pesantemente modificadas y tachadas, sobrepone al texto escrito del abuelo una red metálica creando profundidad, representando una protección. La apariencia de la red metálica subraya temas de femineidad y fuerza, los varios aspectos de la vida como continuidad entre pasado, presente y futuro.
Por su lado, Fathi (Teherán, Irán, 1972) combina la caligrafía tradicional con la expresión artística contemporánea extendiendo los confines del concepto mismo de caligrafía: aunque manteniendo la esencia visual de la palabra escrita, Fathi escribe lo que ella llama no escrituras, o sea, escrituras sin valor semántico y destinadas a interpretarse no con la mirada sino a través del corazón. La inspiración por los rollos presentes en esta exposición deriva de la poesía de Jalal al-Din Rumi (1207- 1273). Cada rollo recuerda una letanía, una repetición obsesiva de formas que querríamos leer pero que no podemos como no puede leerlas la artista, volviéndose obras que parecen ser una negación del lenguaje codificado, la imagen paradójica de la tentativa imposible de una real comunicación del ser.
Massoudy (Najaf, Irán, 1944) funde las esencias de lo contemporáneo y de lo histórico entrelazando elementos de las tradiciones artísticas orientales y occidentales, manteniendo el reto de la tradición.
Por su parte, Luo (Nanchong, China, 1963) concibe su trabajo como un “tercer espacio”, un terreno híbrido y fértil, donde su propio lenguaje se encuentra en continuo movimiento entre Asia y Occidente. Su serie presenta ideogramas, fragmentados hasta la abstracción.
Y finalmente, la obra de Monica Dengo (Camposampiero, Padua, Italia, 1966) es una forma de ir más allá de los confines. Ahondando en el concepto de “escritura desconfiada”, expresado con la pérdida de definición de los bordes de las letras, que se disuelven en el espacio del lienzo.
Observando los trazos, se puede intuir los gestos de la mano que ha dado vida a esos signos, percibir los cambios de velocidad y presión, así como el momento en que el pincel cargado de tinta toca la superficie, generando trazos más densos y profundos. Desde lejos, la obra circular parece una flor, como si las letras se concentraran en una única forma. Llegando a componer la palabra meravigliarsi (maravillarse), de cerca los signos negros devienen más sombríos y la palabra, perdiendo definición, se disuelve.
El proyecto de alto nivel cultural, del Museo Correr, forma parte de la reseña de caligrafía La ruta de la escritura, que prevé dos workshops programados para octubre 2024, en la Escuela del Vidrio Abate Zanetti de Murano, en colaboración con Muve Academy. Los cursos contarán con la presencia de un profesor de caligrafía occidental y de catedráticos de las culturas caligráficas árabe, china y tibetana.
Una cita muy especial fijada en la ciudad de los canales, puerta siempre abierta a Oriente.