La mayoría de los historiadores sostienen que el nombre de Alicante tiene su origen en el griego, Akra Leuké o Akra Leuka (montaña o promontorio blanco), probablemente haciendo referencia al color claro-crema de la montaña del Benacantil, donde se encuentra hoy el castillo de Santa Bárbara.
Origen de Alicante
De Akra Leuké griego evolucionó a la Lucentum romana, una antigua ciudad que aún se puede visitar cerca de la cala de La Albufereta en el Monte Tossal. Los musulmanes transformaron Lucentum en Al-Laqant, y de aquí surgieron: Alacant en valenciana y Alicante en castellano.
El arqueólogo Lafuente Vidal planteó que este Akra Leuka podría ubicarse tanto en el cerro del Benacantil como en el cercano Tossal de Manises. Según el arqueólogo Figueras Pacheco, Akra Leuka mencionado en las fuentes antiguas, del cual se derivaría Lucentum y Alicante, era una pista importante que apuntaba hacia un pasado destacado comparable a Illice (Elche) en la Alcudia. La mayor altura de la primera elevación y su color blanco, conforme a lo que etimológicamente indicaba la palabra "leuka" (blanco), lo llevó a sugerir que este era el auténtico emplazamiento de la ciudad mencionada por los autores greco-latinos.
Aunque, por otro lado, la altura del escarpado monte del Benacantil a 169 metros de altura sobre el nivel del mar haría poco práctico un asentamiento griego. Si bien, Akra Leuka es la referencia geografica, el asentamiento debió situarse La Albufereta, accesible al mar para los saladeros de pescado, semejante a su vecino la “Illeta dels Banyets” en el Campello (a unos 12 kilómetros al norte) de época romana, entre los siglos I y II d.C.
Al sur, en Santa Pola se halló Portus Ilicitanus Ptolomeo, Geographicae, II, 6, 14. Y a unos 50 kilómetros de Alicante, en los arenales de Guardamar se excavó y estudió la Necrópolis ibérica del Molar (cerca de la desembocadura del río Segura).
Un segundo asentamiento sería probablemente Leukon Teijos (Tossal de Manises), una colonia griega destruida y reocupada por los cartagineses en la primera guerra púnica, que no aparecía en las fuentes antiguas, sino en los estudios sobre Cartago realizados por Meltzer. En este sentido, Figueras estaba convencido de que el Tossal de Manises albergó a varios pueblos distintos: íberos, griegos, púnicos y romanos con un puerto en la bahía, asentado de formas variadas por consecutivos pobladores sobre el mismo emplazamiento; por los hallazgos arqueológicos encontrados y que se hallan expuesto en el MARQ (Museo Arqueólogo de Alicante).
Desde entonces han trabajado en este yacimiento casi todos los arqueólogos alicantinos: el incansable y algo extravagante Padre Belda; Lafuente Vidal buen conocedor de las fuentes clásicas; el abogado y arqueólogo Francisco Figueras Pacheco (1880-1960) que a sus muchas virtudes unía la de haber superado una ceguera que le sobrevino a los diecisiete años, y ya en nuestros días a Enrique Llobregat y Manuel Olcina.
Entre el más importante de los yacimientos arqueológicos de la comarca del Alicante, el Tossal de Manises (o altozano de los espíritus), que Antonio Valcárcel, Conde de Lumiares llevó a cabo en 1772 una de las primeras campañas de excavación, aunque anteriormente, en 1621 fue hallada una estatuilla consagrada al dios Mercurio y publicó Lucentum, y la ciudad de Alicante, 1780. El palacio del Conde Lumiares se halla en la calle Gravina, es hoy sede del MUBAG (Museo de Arte).
Sin embargo, como la antigua ciudad de Akra Leuka fue construida, destruida y reconstruida tanta veces a lo largo de la historia, todo es una hipótesis de los historiadores, considerando a Lafuente Vidal el más científico de ellos, como queda demostrado en su libro Alicante en la Edad Antigua primera edición de 1948.
Dos ciudades cartaginesas como origen de Alicante
José Lafuente Vidal comienza las excavaciones en el Tossal de Manises en el verano de 1931, y llegó a la conclusión de que la ciudad de Alicante tiene su origen en dos asentamientos iberos, griego y cartagineses, antes de ser romana, con dos asentamientos próximos como Akra Leuka (en el monte Benacantil) y otro Leukan Teijo (Tossal de Manises). Lafuente escribe:
Así pues, hubo dos ciudades cartaginesas muy próximas y la dos son las antecesoras de nuestro Alicante» (1948:36). Y en páginas anteriores dice: el nombre de Akra Leuka no puede, de ningún modo, convertir a la ciudad del Tossal (Manises o espíritu) porque Akra quiere decir lo más alto (altozano), lo culminante, y Leuka, es blanco o blanquecino, y estas determinantes no pueden corresponder a la colina del Tossal, de apenas 35 metros de altitud, que de ningún modo puede culminar sobre los montes vecinos San Julián y Benacantil, que sobrepasan los 200 y 300 metros de altitud y que además la naturaleza del suelo, es oscura…
(1948:31, El Benacantil tiene exactamente 169 metros de altitud).
Sin embargo, Figuera Pacheco consideraba que en el castillo de San Bárbara no hubo restos de murallas anteriores a los árabes.
El Tossal fue la antigua Lucentum ibérico-romana (una derivación lingüística de Leuken griega en Lucen-tun), un yacimiento de primer orden de fines del iberismo y un testigo fidedigno del proceso de romanización con puerto marítimo en una ensenada estratégica que ha desaparecido al alejarse el mar o haber subido la colina por el proceso de colisión de las placas tectónicas como la africana y la peninsular.
Al principio de la campaña se centra en primer lugar en la necrópolis, que se hallaba en la ladera Sur-Oeste del Tossal de Manises, sobre la cual cree haberse descubierto un templo romano. En capas inferiores a este, descubre gran cantidad de sepulturas de incineración. Acto seguido se interesa por la parte alta del cerro del Tossal de Manises, descubriendo en primer lugar el tramo de la muralla S. Oeste.
En 1933 dimite como director de las excavaciones y su lugar es ocupado por F. Figueras Pacheco.
Pebeteros de la Diosa Tanit hallada en el Tossal
La Diosa Tanit es la representación cartaginesa del Mediterráneo. Diosa del amor, la fertilidad, la vida, la prosperidad, la cosecha, la muerte y la Luna. Se representa a una mujer con un pebetero o cuenco sobre la cabeza llamados kalathos, donde se ponían ofrendas o se quemaban resinas olorosas como el enebro, y se colocaban flores en unos agujeros.
Fue una de las diosas más importantes de los cartagineses, ya que defendía una isla sagrada, como era Ibiza, defendida de animales venenosos. Tanit era una divinidad de carácter astral, representada por el creciente lunar, asociada al dios de la agricultura y por tanto, a la fertilidad de la tierra, de los animales y de las personas. Tenía igualmente un carácter de diosa del subsuelo, y por tanto del infierno, la salud y la muerte, por lo que era protectora de los difuntos.
Hemos de tener en cuenta que aquellas civilizaciones precristianas creían firmemente en el poder divino de los dioses y diosas para la fertilidad, la cura de enfermedades, y el viaje después de la muerte. Por ello, existían divinidades para la custodia de los muertos que normalmente se incineraban y se guardaban en vasijas de barro llamadas urnas.
Lafuente Vidal descubre en el Tossal de Manises una serie de pebeteros representación de la Diosa Tanit como objetos rituales para quemar perfumes o encender lamparillas de mariposas de luz sobre aceite. Lafuente escribe:
…pudiendo ser representaciones de las difuntas y, cuando no está en estas clases de sepulturas, pudieran representar a la mujer donante [u oferente o votiva] que hace sus ofrendas arrojándolas en la hoguera donde se quema el cadáver de las personas a quienes la dedican. Están dispuestas para ser vistas de frente, y a la espada tiene un agujero […] destinado a sujetar la imagen en un clavo colocado sobre algún poste o muro […] y la Dama de Elche que, posiblemente, se hizo -el agujero de la espalda- para sujetar a la pared con unas grapa de hierro.
Por tales descubrimientos, pienso que la Dama de Elche (Elike de Halmílcar) pudiera ser la imagen fúnebre de la representación de una difunda de la nobleza ibérico-cartaginesa.
Emplazamiento de la actual Alicante
El emplazamiento de Akra Leuka es abandonado en favor de Lucentum romana (Tossal) y tierras más fértiles por la zona de La Condomina con vides y aceite para el consumo y exportación, pero tras la invasión de pueblos africanos sobre 175 d.C. y la intervención de Marco Aurelio, y que Figuera Pacheco considera que hubo «una violente sacudida sísmica» (193:367). El nuevo emplazamiento queda constancia por una lápida encontrada en Benalúa y playas de Babel que, el municipio romano de Lucentum se desplazó hacia la llanura con tierras más fértiles para ganadería y agricultura y un mejor puerto marítimo, y que Figuera Pacheco denomina partida de Antigones. Posiblemente abandonaron el puerto del Tossal para habilitar otro puerto al pie del monte del Benacantil. José Lafuente Vidal escribe:
La ocupación de las laderas del Benacantil y de Benalúa, fue sino la primera, la verdadera fundación de la ciudad de Alicante pues desde entonces, no se ha interrumpido aquí su vida, y la arqueología comprueba este traslado con multitud de tiestos romanos de “terra sigilata” y monedas imperiales hallados por azar en las laderas de Santa Bárbara y Benalúa. Hay quien asegura que en laderas de este monte fue desenterrada una estatua, pero si el hecho es cierto, está tan desaparecida como todos los espígrafes mencionados. (1948:96)
Conclusiones
La provincia de Alicante ha sido poblada desde la prehistoria y se han contabilizado 130 abrigos rocosos como La Sarga, cuevas, covachas, cárcavas o barrancos que esconden pinturas rupestres, que muy arriesgadamente podría considerarse como una forma de periodismo pintado en la roca, una forma de comunicación o santuarios. Los primeros que poblaron estas tierras alicantinas se remontan a unos 100.000 años. Esta provincia ha pasado por las cinco edades del hombre: prehistoria, antigua, medieval, moderna y contemporánea.
En este artículo me he centrado en la Edad Antigua que comienza con la invención de la escritura, hace unos 5 000 años, y termina con la caída del imperio romano en el año 476 después de Cristo (siglo V). El resto de las edades quedarán para otros artículos.