La humanidad es el reflejo de la educación que recibe. El reconocimiento de los problemas de la humanidad implica la búsqueda de soluciones que permitan su preservación. En este contexto, las instituciones educativas de más alto nivel, como las universidades, desempeñan un papel fundamental.

La universidad tiene la misión de formar a los profesionales, intelectuales y líderes que toman decisiones cruciales para el destino de la humanidad. Sin embargo, los problemas actuales reflejan la ausencia de un liderazgo orientado a la conservación de nuestra especie, lo que nos dirige, cada vez más, hacia la autodestrucción.

La percepción general sobre las causas de los problemas de la humanidad es superficial. Las críticas suelen centrarse en individuos: líderes, actores políticos, ideólogos o asesores. No obstante, se omite con frecuencia un aspecto esencial: el lugar donde estos individuos se forman, la universidad, el alma mater y laboratorio académico.

Problemas fundamentales de la universidad

La universidad enfrenta dos grandes desafíos, que al mismo tiempo se traducen en dos necesidades urgentes:

  1. La obsolescencia del método de investigación científica.
  2. La falta de un método orientado al cultivo de la sabiduría universal.

1. Método de investigación científica obsoleto

El método actual de investigación científica en las universidades ha devenido ineficaz, generando una producción científica abundante pero carente de sentido, sin capacidad para fecundar nuevas ideas ni contribuir significativamente al conocimiento. En consecuencia, la universidad ha dejado de ser un centro de creación de conocimiento, y la llamada “era del conocimiento” se ha transformado en una “era de la información” sin relevancia sustantiva.

Esta situación genera una clase profesional incapaz de resolver los problemas globales, pues no está preparada para ello. La contradicción radica en que, por un lado, la universidad se proclama como el centro del saber universal, pero por otro, produce una intelectualidad carente de la creatividad necesaria para enfrentar los desafíos contemporáneos. Los productos académicos generados, como artículos científicos, ensayos y tesis, carecen de fecundidad, no generan descubrimientos ni avances significativos, y, por ende, no aportan soluciones a los problemas de la humanidad.

La metodología actual de investigación carece de una exigencia fundamental: el respaldo en leyes científicas. Todo conocimiento científico debería estar fundamentado en principios que permitan su validación y la creación de técnicas e innovaciones teóricas. Sin embargo, las investigaciones universitarias se basan mayormente en citas de otros autores, bajo el erróneo criterio de que un mayor número de referencias otorga mayor validez. Este es un punto débil de la investigación actual, y si hay algo que la universidad debe innovar, es precisamente su metodología de investigación.

2. Ausencia de un método para cultivar la sabiduría universal

La falta de un método que fomente la sabiduría universal ha resultado en la escasez de líderes con una visión planetaria. Para formar ciudadanos con una perspectiva global, es necesario superar la educación individualista y adoptar un enfoque universal, cuyo objetivo sea el cultivo de la sabiduría. La universidad debe asumir el rol de cultivar esta sabiduría, de modo que los egresados, independientemente de su especialidad, posean una visión integral y global.

La ausencia de ciudadanos con sabiduría universal se manifiesta en la vida cotidiana: falta de responsabilidad cívica, incertidumbre, inseguridad y la prevalencia de la corrupción, entre otros antivalores. Estos son productos de una educación individualista, que forma ciudadanos carentes de valores universales. Por lo tanto, es imperativo innovar el paradigma educativo, reemplazando el enfoque individualista por un paradigma que forme ciudadanos con sabiduría universal.

Conclusiones y propuestas de innovación

A partir de estos dos grandes problemas, se concluye que la raíz de los desafíos que enfrenta la humanidad está en la universidad. A menudo censuramos a los líderes y políticos, pero olvidamos que las causas profundas de estos problemas radican en la institución que los formó.

La humanidad, por tanto, enfrenta dos grandes necesidades centradas en la universidad:

  1. Innovar el método de investigación científica.
  2. Innovar el paradigma educativo.

La primera solución radica en transitar de la “era del conocimiento” a la “era de la creatividad”. El nuevo método de investigación debe basarse en principios científicos, ya que son las leyes las que permiten la creación de técnicas, y estas, a su vez, impulsan la creatividad en todos los campos del saber.

Por otro lado, la innovación del paradigma educativo garantizaría la formación de una nueva ciudadanía dotada de sabiduría, valores, ética y una razón universales, todas ellas basadas en la verdad.

Para llevar a cabo estas innovaciones, es necesario contar con una herramienta central: el método filosófico aplicado a la investigación científica y la creación técnica. Este método, denominado “Princonser” (principio de conservación del ser), es el camino que siguen los seres del universo, y al cual la humanidad puede retornar mediante el nuevo rol que asuma la universidad renovada del siglo XXI.

La innovación en la metodología de investigación científica y el paradigma educativo universal exige la aplicación de este método, que garantiza el cumplimiento de los objetivos planteados para el desarrollo de la humanidad. Hoy, la universidad cuenta con el método Princonser, de triple aplicación: filosófica, científica y técnica.