El poema De rerum natura fue escrito alrededor del siglo I a. C. por el epicúreo Tito Lucrecio Caro. Esta obra se caracteriza por una mezcla sui géneris1 de poesía y filosofía, en la cual el autor muestra un conocimiento profundo tanto de la tradición poética latina como de la tradición griega que le antecede, además de ostentar dominio conceptual de los planteamientos epicúreos. Al respecto, de esta combinación de disciplinas, hay un grupo específico de versos que suscita nuestras reflexiones:
Tal como los médicos cuando intentan suministrarle repulsivo ajenjo a un niño, untan la redonda boca de un vaso con dulce y rubio licor de miel [...] así yo ahora, puesto que con mucha frecuencia esta doctrina parece repugnarles un tanto a quienes no tienen trato con ella, [...] decidí exponerte nuestra doctrina en dulcísono verso de pieria y untarla por así decirlo con la grata miel de las musas, a ver si acaso de ese modo alcanzaba a mantenerte atento a nuestros versos.
(Lucrecio, 2003, pp. 283-284)
El fragmento nos conduce a preguntarnos ¿cuál es el lugar de la poesía en relación con la filosofía? Es decir, ¿hay una preponderancia de alguna de ellas sobre la otra o bien ambas contribuyen igualmente para los objetivos del autor? Los versos citados nos ofrecen varias guías para responder a nuestras interrogantes. En primer lugar, podemos hablar de la poesía como un vehículo o medio que, en virtud de su forma agradable tanto al oído como al entendimiento, facilita la transmisión de una doctrina ardua, abstracta.
De esta manera, pensaríamos en un vínculo equivalente a forma y contenido entre poesía y filosofía, respectivamente. Así, cada uno de estos ámbitos cumpliría una de las dos condiciones necesarias para todo discurso correctamente escrito: la forma (gramática, sintáctica, etc.) y el contenido (semántica, significado, doctrina). En segundo lugar, Lucrecio no se conformó con la precisión conceptual filosófica de su obra, buscó al mismo tiempo la belleza de los versos, generar placer y mantener “cautivo” a quien escuchara o leyera. Esta es la función que le asignó a la poesía.
Tenemos entonces que la poesía también es una estrategia didáctica, un estilo estético que alcanza la receptividad de un público más amplio a quien enseñarle agradablemente la teoría filosófica. Además de las dos interpretaciones señaladas, existe una tercera lectura. Los versos referidos comparan a la filosofía con la medicina, y en este sentido, la filosofía puede verse también como una terapéutica pero no del cuerpo, sino del alma (como lo pensó Epicuro). Luego, ante el diagnóstico de los vicios del alma, la ignorancia y las supersticiones, la filosofía se convierte en el amargo medicamento que, para ser tomado con mayor facilidad, se unta con las mieles de la poesía.
Así, el concepto clave de esta reflexión es la “didáctica filosófica”; mi objetivo es ejemplificar con algunos casos concretos cómo la intención didáctica de plasmar las ideas de forma dinámica, agradable y sencilla de aprender ha sido una preocupación constante de la filosofía a lo largo de la historia.
Filosofía como diálogo, cuento, novela, cómic...
En el caso de Lucrecio, nos queda claro que él se inscribió en una tradición literaria llamada poesía didáctica, de la cual estaba muy consciente y reconoció sus antecedentes. La poesía didáctica lucreciana, escrita en hexámetros, tiene sus antecedentes en Homero, Hesiodo, Ennio y Empédocles, principalmente, de quienes recupera aspectos gramaticales y lingüísticos llamados “arcaísmos”2.
Sin embargo, el ejercicio didáctico en la filosofía no se ha limitado al terreno poético, muchos filósofos han optado por otras vertientes de la literatura como el diálogo, el cuento, la novela, la literatura dramática y, en épocas más recientes, también se ha escrito filosofía a manera de cómics o historietas. La historieta y la novela gráfica fueron estilos filosóficos popularizados hacia finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI como formas de divulgación filosófica. Un ejemplo son Dave Robinson y Judy Groves, quienes han colaborado para escribir varios números de la colección “Para todos”, en la editorial Paidós, entre los cuales hay biografías de filósofos ilustradas y redactadas a modo de historieta, e igualmente tienen el libro introductorio Filosofía para todos, escrito en el mismo estilo.
A continuación, aludiremos a otros casos de filosofía escrita con algún estilo didáctico en la Antigüedad. El diálogo fue el modelo clásico usado por Platón, casi la totalidad de sus obras se hallan en este género (los diálogos más conocidos son: El banquete, La república, Fedro, Fedón, Parménides, entre otras). Por cierto, la única obra de Parménides de la que se conservaron fragmentos fue un abstruso poema sobre el ser. Por un lado, el diálogo de corte platónico3 fue imitado posteriormente por filósofos como: Agustín de Hipona, con El maestro o sobre el lenguaje; Giordano Bruno, en su conjunto de Diálogos italianos, y Schelling, quien elogió al filósofo nolano con Bruno o sobre el principio divino y natural de las cosas.
Por otro lado, el género de la utopía o “ficción utópica” también ha sido muy utilizado por los filósofos. Esta vertiente filosófico-literaria comenzó a tomar especial fuerza a partir del Renacimiento, en el siglo XVI se publicó la Utopía, de Tomás Moro, y para el siglo XVII vieron la luz otras tres obras en este género: La nueva Atlántida, de Francis Bacon; La ciudad del sol, de Tommaso Campanella, y El mundo resplandeciente, de Margaret Cavendish. En cada uno de estos textos están presentes los intereses que determinaron al Renacimiento y a la Modernidad temprana, como el tema del conocimiento humano para el dominio de la naturaleza, el progreso científico e, igualmente, la cuestión del orden político más favorable para una sociedad.
De hecho, en el siglo XVII estuvo ampliamente difundida una clase de poesía filosófica llamada “poesía cosmológica”, cuyos planteamientos metafísicos abordaban entre sus temáticas el origen del universo, así como el orden natural y divino de las cosas, aunque desde una perspectiva acompañada de mitología y teología.
La poesía cosmológica configuró una tradición con raíces en la Antigüedad (la obra de Lucrecio fue una de sus principales fuentes) y se fortaleció durante los siglos XV y XVII. A este respecto, Leonel Toledo afirma: “Teniendo en cuenta la profusión de modelos descriptivos tanto de la génesis como de la estructura del cosmos que coexistieron durante más de dos siglos y medio, bien podríamos caracterizar a este periodo como la época de la fábula del mundo” (2022, p. 70). Algunos de los filósofos-poetas más destacados que participaron de esta vertiente son: Guillaume du Bartas, John Milton, Henry More y sor Juana Inés de la Cruz.
La novela es otra vertiente literaria que ha sido explorada ampliamente por los filósofos. Ahora me gustaría referir a dos pensadores del siglo XX que formaron parte de la escuela existencialista, estos son: Simone de Beauvoir y Albert Camus. De Beauvoir añadió al existencialismo una mirada femenina que, a través de sus novelas La mujer rota, La invitada y Los mandarines, visibilizó cuestiones y preocupaciones propias de las mujeres, como los tabúes sexuales, el matrimonio y la maternidad.
Por su parte, Camus exploró panoramas psicológicos con un fuerte matiz nihilista; en sus novelas El extranjero y La peste se enfatiza la angustia humana, el miedo ante el libre albedrío, la soledad, el vacío y la falta de sentido en la vida de sus personajes. Estas novelas del siglo pasado reflejaron la vida de Europa en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, con todos los estragos sociales, políticos y económicos que ella implicó. Aun así, cada uno de los textos y autores nombrados continúan leyéndose con cierta frescura y actualidad, pues todavía generan reflexiones profundas en sus lectores debido al valor filosófico así como a la belleza que poseen.
Reflexión final
Pienso que todos los libros aquí nombrados comparten algunas cualidades. Cada uno de ellos se ha convertido en un “clásico” porque su vigencia se sustrae al paso de los siglos y se inmoviliza en el tiempo. La lectura de estas obras sigue despertando la sensibilidad estética, literaria y filosófica de aquel que recorre sus páginas. Aunque solo hemos presentado un grupo limitado de modelos (pues sabemos que no son los únicos, ni siquiera la mayoría), los libros enlistados concuerdan, a mi parecer, con el anhelo didáctico que motivó a Lucrecio a escribir su poema La naturaleza: todos poseen una “miel” literaria que los ha hecho accesibles a un público más amplio que el gremio filosófico. Finalmente, logramos constatar, a partir de paradigmas concretos, que en diferentes periodos históricos ha persistido una iniciativa didáctica en las maneras de hacer filosofía, desde la Antigüedad hasta nuestros días.
Notas
1 El poema de Lucrecio es único desde dos perspectivas, la primera es que no sabemos de la existencia de otra obra de este género que haya condensado la doctrina epicúrea en versos; la segunda, aunque Lucrecio forma parte de una tradición de poemas didácticos (de donde recuperó estrategias discursivas como la repetición, la comparación y la ejemplificación), fue un duro crítico de sus predecesores. A Homero y a Ennio les criticó el propagar ideas erróneas sobre la vida después de la muerte, mientras que a Empédocles lo juzgó por los errores de sus teorías físicas. Para profundizar en estas ideas, véase Monica Gale, “Lucretius and previous poetic traditions”.
2 Véase la “Introducción” en Lucrecio, La naturaleza, editado y traducido por Ismael Roca Meliá, Akal Clásica.
3 Uso la expresión de “corte platónico” en un doble sentido, por un lado, me refiero al género literario del diálogo y por otro, me refiero a la doctrina, ya que todos los filósofos enlistados pertenecen a tradiciones neoplatónicas.
Referencias bibliográficas
Gale, Monica (2007). “Lucretius and previous poetic traditions”, en The Cambridge Companion to Lucretius. Nueva York: Cambridge University Press. pp. 59-75.
Lucrecio, Tito (2003). La naturaleza, traducción de Francisco Socas. Madrid: Editorial Gredos.
Lucrecio, Tito (1990). La naturaleza, editado y traducido por Ismael Roca Meliá. Madrid: Akal Clásica.
Roca, Ismael (1990). “Introducción”, en La naturaleza, editado y traducido por Ismael Roca Meliá. Madrid: Akal Clásica. pp. 9-98.
Toledo, Leonel (2022). “En la época de la fábula del mundo: de la poesía cosmológica de Du Bartas a la imaginación filosófica de Descartes”. Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, 22.45 (2022): pp. 67-112. Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia.