Mi canción es un libro que se escribe con el viento.

(Armando Tejada Gómez)

Nacido en el seno de una familia numerosa en las orillas del zanjón Guaymallén, en la provincia de Mendoza, el 21 de abril de 1929, Armando Tejada Gómez tuvo una infancia marcada por la pobreza. Hijo de Lucas Tejada, un tropero que cruzaba la cordillera llevando ganado, y de Florencia Gómez, quien se casó a los 14 años, Armando fue el penúltimo de 24 hermanos.

La muerte de su padre cuando tenía solo cuatro años lo llevó a vivir durante un tiempo en el campo con su tía Fidela Pavón, quien le impartió las primeras lecciones de lectura en un breviario. Esta fue la única instrucción formal que recibió, pero su sed de conocimiento lo llevó a adquirir un Martín Fierro a los quince años, marcando el inicio de su autodidactismo ferviente.

A lo largo de los años, Tejada Gómez se destacó en diversas ocupaciones, desde ser canillita y lustrador de zapatos, hasta convertirse en obrero de la construcción. Sin embargo, su verdadera pasión siempre fue la poesía y la expresión artística. Con el tiempo, se involucró en actividades sociales y políticas, participando en luchas obreras y jornadas de protesta mientras desarrollaba su propia voz poética.
En 1950, ingresó a la Radiotelefonía en LV.10 Radio de Cuyo, como locutor profesional, marcando el inicio de su carrera en los medios de comunicación.
Con el compositor Oscar Matus fundó en 1963 el Movimiento Nuevo Cancionero, que dio origen a la Nueva Canción Latinoamericana. A partir de 1964 se trasladó a Buenos Aires incorporándose de lleno al desarrollo de actividades artísticas.

Más tarde alcanzó otros logros como el primer Premio de Poesía de la Casa de las Américas en La Habana, Cuba, en 1974, por "Canto popular de las comidas", y en 1978 en Bilbao, España, ganó el Premio Internacional de Novela por "Dios era olvido".
A lo largo de las décadas siguientes, se convirtió en una figura destacada en el ámbito cultural y político de Argentina. Ganó premios literarios, se involucró en la lucha gremial y política, e incluso fue elegido diputado provincial por un período.
Su compromiso con la justicia social y su talento artístico lo llevaron a viajar por el mundo, participando en eventos y festivales internacionales.
Su carrera cambió radicalmente cuando orientó su poesía hacia la problemática social y, en ese sentido, el poema Un niño en la calle, de 1955, fue un ejemplo del nuevo rumbo:

Importan dos maneras de concebir el mundo. Una, salvarse solo, Arrojar ciegamente los demás de la balsa Y la otra, Un destino de salvarse con todos, Comprometer la vida hasta el último naufragio, No dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Se destacó asimismo como uno de los artistas más emblemáticos del movimiento del "Nuevo Cancionero" en el folclore argentino. Este movimiento contó con la participación de figuras destacadas como Mercedes Sosa, Oscar Matus, Hamlet Lima Quintana, entre otros.
El Manifiesto del Nuevo Cancionero, retomando el planteo de Santiago Giordano (2019), instituyó un nuevo espacio en un panorama que hasta entonces, entre las tentaciones de la industria del entretenimiento y la coyuntura socio-política sobre la que se fundó la necesidad de cambio, dominaba la tendencia paisajista y acrítica de sus albores.

En este Manifiesto, de acuerdo con García, Greco y Bravo (2014), se destaca la búsqueda de cambio en la canción de raíz folklórica; especialmente se señala la necesidad de tomar la “palabra del pueblo”, hablar en nombre de un pueblo que está en el aquí y el ahora, entendiendo la tradición como un elemento dinámico, no estático ni esencialista; reivindicando al hombre común y sus problemáticas sociales. La redacción del Manifiesto se sitúa en un contexto de cuestionamiento de los principios que regían el folklore previo a la década del sesenta en nuestro país.
Su compromiso social, su sensibilidad artística y su activismo político lo pusieron en conflicto con el gobierno militar en la década del 70, resultando en exilio y prohibición de difundir su trabajo en Argentina. A pesar de las dificultades, Tejada Gómez continuó escribiendo y expresándose, encontrando refugio en otros países y utilizando seudónimos para sortear la censura.

Su fallecimiento en Buenos Aires el 3 de noviembre de 1992 dejó un vacío en el panorama cultural, pero su obra perdura como un testimonio de su dedicación y pasión por la poesía y la justicia.
La obra de Tejada Gómez lleva un sello particular por su manera de expresarse y la potencia de su relato.

En sus escritos se expresa un pensamiento original sobre la vida, la muerte, la identidad y la diversidad cultural, la conflictividad social y sus resoluciones. Su obra merece ser pensada desde una perspectiva filosófica por cuanto interpela a su época, asumiendo la conflictividad de lo real y dando voz a los grupos silenciados

(Paula Ripamonti, 2006)

Otro faceta notable de su obra es su profundo conocimiento de la gastronomía criolla, que lo llevó a crear su renombrada obra "Canto Popular de las comidas''. En este trabajo, Tejada Gómez explora las particularidades del arte culinario nativo, presentando no solo recetas, sino también historias familiares y tradiciones arraigadas en la cultura popular.
Los libros de Armando Tejada Gómez, actualmente muy difíciles de adquirir por las escasas reediciones, han sido traducidos a más 20 idiomas.
Armando Tejada Gómez, auténtico exponente de nuestra cultura

Personalmente he accedido a su obra de manera fragmentaria y a través de biógrafos y divulgadores.

En 2012 mi madre me trajo de una librería de usados una edición del Canto Popular de las Comidas y quedé perpleja frente a la profundidad de sus palabras y lo sublime de su escritura. Un fragmento de dicha obra me ha resultado siempre conmovedor:

Porque la vida es terca y el polvo no detiene su agitado universo; porque la muerte es terca y vuelve devorando el júbilo y la piel, la sonora madera, la cal que desarrolla la antigüedad del hueso: ese andamiaje sordo donde se apoya el aire para ser aire y ámbito y espacio en las regiones de existencia ardorosa, por simplemente el agua o el animal que empieza en cualquier sitio húmedo, por eso es que no puede instaurarse el olvido.

Son numerosas las obras que restarían comentar, pero sin duda, una de las más conocidas fue su celebre "Canción con todos'', cuya música fue compuesta por el aclamado Cesar Isella. La misma ha sido declarada acertadamente por la Unesco en el año 1990 como Himno Continental.

Indudablemente, Armando Tejada Gómez se distingue como un representante destacado de la poesía argentina de la década de 1950. Su papel como cantor popular lo ha llevado a personificar la voz de su pueblo de manera excepcional. Sus composiciones perduran en la memoria colectiva, dejando un legado perdurable en la cultura y la identidad del país.Todas las voces todas siguen recordando a Tejada Gómez

Bibliografía consultada

Braceli, Rodolfo (2006). “Tejada Gómez viene a nacer”. Editorial Desde la Gente. Buenos Aires.
Bustelo, Angel (1998). “Armando Tejada Gómez, mi compadre del horizonte”. Mendoza Ediciones del Canto Rodado.
Castellino, Marta Elena (2001/2002). “Armando Tejada Gómez: Sentido Americanista y social de la poesía”. En Revista Piedra y Canto. Cuadernos del CELIM Numero 7-8 págs. 35-53 Universidad Nacional de Cuyo - CELIM.
García, María Inés ; Greco, María Emilia y Bravo, Nazareno (2014): “Testimonial del Nuevo Cancionero: las prácticas musicales como discurso social y el rol del intelectual comprometido en la década del ‘60”. Revista Resonancias vol. 18, n°34, enero-junio 2014, pp. 89-110. El Nuevo Cancionero y la herida absurda-Santiago Giordano.
Gianoni, Dora (2006). “Armando Tejada Gómez. Profeta del viento I”. Editorial Patria Grande. Buenos Aires.
Giordano, Santiago (2019).
Ripamonti, Paula (2006). “Armando Tejada Gómez y la emergencia del nosotros”. Informe escrito en el marco del Proyecto de Investigación: “Conflictividad – Participación – Diversidad – Integración, en el pensamiento latinoamericano, argentino y mendocino contemporáneo”. Universidad Nacional de Cuyo 06/F157.