A principios de mes, con motivo de las festividades de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, visité el cementerio de mi pueblo natal junto con mi madre para depositar flores y así, honrar y recordar a los que ya no están entre nosotros.
No sé muy bien cómo surgió la conversación, pero mi madre me contó que cuando era una niña al fondo del cementerio había un terreno aledaño al que llamaban «chercha» o «cherche». Este se usaba para los enterramientos de aquellos que profesaban una fe distinta a la católica, a las madres solteras, los niños no bautizados o a los que se suicidaban.
Más tarde, mi padre también me corroboró la misma historia. Ambos me relataron cómo los niños del pueblo y algunos curiosos acudían para saber a quién estaban enterrando entre cuchicheos y empujones.
Jamás había escuchado ninguna de las dos formas de la palabra y en mi ignorancia decidí buscarla en el diccionario para saber de dónde provenía el término y si poseía alguna acepción distinta a la relatada por mis padres.
En el Diccionario de la lengua española (DLE) no se alude a esta definición. Solo a la empleada en América Latina y con un significado bien distinto.
De este modo, en República Dominicana significa ˈjuergaˈ o ˈjolgorioˈ. También, ˈconversación bulliciosa acompañada de chanzas y burlasˈ, significado que comparte con Venezuela. En Honduras es sinónimo de «chacota», similar a los anteriores con pequeños matices: ˈbulla y alegría mezclada de chanzas y carcajadas con que se celebra algoˈ.
Existen numerosos testimonios escritos que reflejan estas acepciones. Un ejemplo lo encontramos en la novela de Pedro Vergés (1980) Sólo cenizas hallarás (bolero):
[…] la vida de la capital estaba hecha, como la de sus habitantes, como la suya propia, de grandes ruidos y de grandes silencios, y que a ese intempestivo acostarse temprano, no asomarse al balcón y no invitar a nadie a lo de siempre, seguirán después nuevos días de chercha continuada.
Después de varias búsquedas infructuosas, por fin, encontré en el Diccionario histórico del español en Canarias (en adelante, DHECan) la palabra «chercha»: ˈlugar del cementerio destinado a enterrar sin rito religioso a los que morían en concubinato o por suicidio, o a los que profesaban una religión distinta a la católicaˈ.
El DHECan incluye algunos ejemplos de su uso:
- 1828-73 (1994) Álvarez Rixo Anales del Puerto de la Cruz (p.83): El 12 de mayo fue sepultado en el sitio que han denominado La Cherche, don Arnaldo Uries, protestante.
- 1846-72 (2003) Álvarez Rixo Descripción del Puerto de la Cruz (p.109): A cosa de trescientos pasos más al naciente, yace otro cementerio perteneciente a los protestantes, llamado vulgarmente la chercha, voz derivada del inglés church.
Su origen, según las fuentes consultadas, estuvo en el lugar de enterramiento del primer protestante en el Puerto de la Orotava el 12 de mayo de 1770. De ahí, que la palabra provenga del inglés church (iglesia) y su evolución más probable fuera church > churche > cherche.
Otra curiosidad es que en Tenerife se usaba tanto «chercha» como «cherche» y así lo recoge el Diccionario básico de canarismos (DBC), mientras que «chercha» se usaba en Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria.
En Medina (1996) se explica que a finales del siglo XIX y principios XX la llegada de viajeros, artistas y científicos británicos a las islas Canarias propició la entrada de nuevas palabras (entre ellas, «chercha» o «cherche»). En Gran Canaria la palabra inglés se usaba para referirse a los ˈno bautizadosˈ.
En otras comunidades de España estos lugares de enterramiento recibían otros nombres y consideraciones. En Galicia, por ejemplo, se colocaba un cruceiro para delimitar el lugar de enterramiento de los bebés que morían sin bautizar. En el País Vasco a estos niños se les enterraba en el limbo o linboa, una parcela del cementerio que no se consideraba sagrada, por no estar bendecida.
Estos espacios, por lo general colindantes con los camposantos, son lo que se conoce como cementerios civiles, y se crearon para enterrar a los extranjeros, a los que no eran católicos, a los suicidas o a los no bautizados.
A partir de 1978 en España todos los cementerios pasaron a ser civiles. Esto quiere decir que, con independencia de su confesión religiosa, cualquier persona podía ser enterrada en ellos.
Esta es la razón por la que ya no se usa «chercha» o «cherche» con este significado y ha caído en desuso en Canarias. Ya no existe el lugar que designaban.
Con las palabras ocurre que, primero, desaparece aquello a lo que representan y más tarde, lo hace la palabra.
Con toda seguridad, dentro de cuarenta o cincuenta años habrá muchísimos vocablos que ya no usaremos, porque viviremos en un contexto distinto. Estos perdurarán en los diccionarios históricos y registros digitales o escritos. Por eso, la memoria es fundamental, porque nos recuerda que todo va cambiando y que las palabras contienen un poder inmenso: el de representar la realidad.
Recursos utilizados
Medina, Javier (1996). El español de Canarias hoy: análisis y perspectivas. Madrid-Frankfurt, Vervuet-Iberoamericana.