La palabra Halloween proviene del inglés antiguo Hallowe'en, que deriva de la forma escocesa All Hallows' Eve, en español «víspera de Todos los Santos». En escocés even se utiliza para para «víspera» o «noche» y se contrae a e'en o een cuando se habla coloquialmente. De ahí que, con el tiempo, «(All) Hallow(s) E(v)en» se convirtió en Hallowe'en o Halloween. En ese sentido, el Halloween surge del término Allhallowtide un vocablo que provine del celta antiguo y resulta de la conjunción de los términos: all (todo), halig (santo) y tide (tiempo o época). Por lo que, su significado literal es «tiempo o época de todos los santos». Así es, el Allhallowtide era una celebración estrictamente religiosa; específicamente de la Iglesia católica. Era el tiempo de celebración del «triduo de Todos los Santos» que abarcaba las celebraciones cristianas occidentales de la Víspera de Todos los Santos, el Día de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos; que se celebra anualmente del 31 de octubre al 2 de noviembre y forma parte del «tiempo» del año litúrgico que la Iglesia católica dedica a recordar a los muertos: incluidos los santos, los mártires y todos los fieles difuntos.
Lo que quizás usted no sabe es que la Iglesia católica impuso el tiempo de celebración del «triduo de Todos los Santos» para cristianizar; es decir, para acelerar el proceso de «conversión de individuos y pueblos enteros al cristianismo». Eso incluía la «práctica cristiana» de eliminar y transformar las creencias y tradiciones de la cultura existente en esos pueblos y civilizaciones. Para «convertirlas y ajustarlas» a los usos y tradiciones de los cultos cristianos y de la Iglesia católica. ¿Cómo? Demonizando a los dioses paganos, que en realidad eran sus verdaderas deidades, y criminalizando como actos de brujería o «rituales demoniacos» las prácticas religiosas ancestrales que realizaban en esos mal llamados pueblos paganos. Sobra decir que esos actos usualmente llevaban al o los acusados(s) aparejado(s) a ser torturado(s) y muchas veces terminaban en la pena de muerte.
Irónicamente, por mucho que lo intentaron, los eclesiásticos no pudieron acabar con las tradiciones culturales ancestrales de los pueblos originarios y estos terminaron convirtiendo y ajustando la tradición, el culto y la celebración original a la nueva realidad social, religiosa y cultural que les impuso la Iglesia católica al convertirlos. Por ejemplo, una interesante teoría sostiene que muchas de las tradiciones, como la calabaza de Halloween, en inglés Jack-o'-lantern surgieron por influencia de la fiesta gaélica de Samhain o «mitad más oscura» del año.
Esa celebración comenzaba la tarde del 31 de octubre y terminaba la tarde del 1 de noviembre; eso por cuanto, el día celta comenzaba y terminaba al atardecer. El Samhain era la fiesta celta de la cosecha y también celebraba el comienzo del invierno; de ahí que la calabaza de Halloween, las manzanas, los disfraces, la fiesta y otros, son tradiciones «ajustadas» del Samhain original celta al Halloween de hoy día. De ahí también que la víspera de la fiesta cristiana occidental de Todos los Santos la celebre la Iglesia católica el 1 de noviembre; el día después del Hallowe'en o Halloween. Y que, en la tradición católica de los «triduo», como la Navidad, la Pascua y el Pentecostés, tuvieran vigilias que comenzaban la noche anterior a la celebración principal y prosiguieran al día siguiente. Esa fue la razón por la que, la Iglesia católica añadió el 2 de noviembre, el día de los Fieles Difuntos a la liturgia del triduo de Todos los Santos.
Afortunadamente, como dije antes, por mucho que lo intentaron, los eclesiásticos no pudieron acabar con las tradiciones culturales ancestrales de los pueblos originarios y, más bien, fueron estos quienes terminaron ajustándolas y convirtiéndolas a su nueva realidad social, política, religiosa y cultural dándoles identidad propia. Por ejemplo, en México se celebra el Día de Muertos el 1 y el 2 de noviembre. Esta tradición se originó como un sincretismo que amalgamaba las celebraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos y del Día de Todos los Santos, con las costumbres propias y originarias de los pueblos indígenas de México. En el 2008 la Unesco declaró esa festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de México.
Pero esa festividad no es la única. En mi país, Costa Rica, se celebra la mascarada tradicional costarricense que es una festividad popular que tiene raíces en la época colonial del país y se encuentra relacionada con la tradición española de los gigantes y cabezudos. Se trata de una mezcla de personajes tradicionales con modernos que se caracterizan por ir alegremente vestidos y llevar sobre la cabeza de quien lo ocupa una máscara que varía de tamaño: desde pequeñas y medianas hasta muy grandes, llamadas «gigantas». Usualmente acostumbraban a salir en los «turnos», o fiestas populares que celebran el «santo del pueblo», persiguiendo a los asistentes, bailando al son de música de la «cimarrona» y, a veces, acompañados de fuegos artificiales.
La mascarada tradicional costarricense surgió de la tradición ancestral del pueblo autóctono «boruca», desde una época previa a la Conquista, e involucra la elaboración de máscaras a base de madera de balsa, con las cuales los participantes del juego de los diablitos de Boruca se disfrazan para la celebración y, valga la redundancia, son perseguidos por un diablito que, para ellos, es representado por un asistente con cabeza de toro. La fiesta se lleva a cabo entre el 31 de diciembre y el 2 de enero de cada año.
En el año 1997, mediante Decreto Ejecutivo n.º 25724, se declaró al 31 de octubre el Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense. El 21 de abril de 2022, la Asamblea Legislativa de Costa Rica declaró a la mascarada tradicional costarricense como el decimoséptimo símbolo nacional de Costa Rica.