A veces la tecnología crea situaciones «pseudo-experimentales» que nos permiten entender fenómenos más amplios. Una de estas situaciones concierne el uso del lenguaje alterado en las redes sociales y/o sobre todo en tiempos de fuerte censura. Las redes sociales usan algoritmos para individuar palabras claves que son utilizadas para clasificar el contenido de un post o comentario. La contramedida para arrestar el impacto del algoritmo ha sido el uso constante de neologismos, que intuitivamente se refieren al objeto o tema «prohibido» sin usar la palabra clave ya conocidas que penaliza o ex comunica al usuario. Los temas tabúes son: el sexo, la violencia, la muerte, las tendencias transgénero, entre muchos otros. Así observamos una serie de circunlocuciones creativas para referirse a estos argumentos. La tendencia, el uso y los ejemplos de nuevos giros lingüísticos han sido denominados «algospeak» donde «algo», como sufijo, se refiriere a los algoritmos. La traducción del vocablo en español podría ser «algohabla», una traducción literal que ha comenzado a ser usada. Por otro lado, muchos usan sin dificultad alguna el término original «algospeak».
Este fenómeno podría ser considerado como el lunfardo de las redes sociales con una lista enorme de palabras innombrables. Un ejemplo es berenjena picante (spicy eggplant) para indicar un vibrador (dildo) y así muchas otras. Durante el control férreo de la opinión pública que caracterizó la vieja Unión Soviética, muchos escritores y periodistas usaban un lenguaje especial llamado entonces Aesopian language, evocando las fabulas de Esopo y nuevamente los giros lingüísticos y la circunlocución para vencer momentáneamente las barreras en el peligroso juego del perro y la liebre, donde la sobrevivencia de la última depende exclusivamente de su velocidad.
«Algospeak» nos muestra una característica intrínseca del lenguaje que va más allá de la capacidad de renovarse en forma continua y esta concierne a la relación misma entre el signo, símbolo y significado, donde el primero como etiqueta cambia sin alterar el significado, usando una función simbólica que es independiente del signo mismo. Un instrumento muy usado en poesía donde Federico García Lorca era, sin lugar a dudas, un campeón. Por otro lado, podemos mencionar que algunos pacientes de afasia para afrontar la dificultar de denominar de manera «convencional» un objeto, lo describen usando un neologismo o circunlocución y así avión de convierte en «pájaro de metal» y maleta en «caja de viaje».
Estas observaciones nos llevan a un punto interesante que va más allá de las defensas anti censura y ciertas patologías neurológicas en el uso del lenguaje. Existe una tendencia más fuerte y presente que considera el lenguaje un código predefinido para delimitar y trasmitir significados, es decir frases. Este código sería fácilmente describible y esto nos permitiría transcribir o «traducir» de una lengua a otra sin mayores dificultades ni interpretación basada en experiencia situacional y vivida.
Pues bien este código predefinido y estable en práctica es capaz de transcenderse a sí mismo y crear nuevas formas de expresión que son entendidas sin mayores explicaciones directamente por el impacto mediador de la situación externa, donde son declaradas o en el contexto. Lo que descubrimos pensando al «algospeak» y sus mecanismos, es que el significado va más que un acto formal y/o susceptible a ser formalizado, sino que es el resultado de una intermediación situacional que denominamos contexto y esta no siempre puede ser formalizable.
Pensemos en el humor, en todas las ambigüedades que caracterizan nuestro uso del lenguaje y cómo, sin mayores dificultades, logramos siempre «entendernos» a pesar de todos los malentendidos e incomprensiones posibles. Esto es así, porque además del lenguaje compartimos experiencias, sentimientos y una historia en común, que son parte de un universo que no está incluido en el lenguaje mismo y que, sin embargo, mediatiza el acto de significar, dándole una dirección casi inmediata. Si un turista nos detiene en la ciudad, es muy probable que nos pregunte cómo llegar a un lugar conocido por todos. Así volvemos a «algohabla» en el sentido que la voz que lleva el mensaje está afuera de lo dicho o escrito.