Los dibujos y maquetas que Escobedo realizó a lo largo de varias décadas, particularmente durante los años setenta, revelaron su capacidad experimental y su inteligencia para transformar las convenciones y reglas del trabajo artístico; esto es visible en el cuerpo de obra de fotomontajes –proyecto realizado en colaboración con el fotógrafo Paolo Gori– y collages tridimensionales en los cuales su propuesta escultórica aparecía sobrepuesta al ambiente urbano o natural en los que hubiera querido interferir, en sus palabras:
Si hasta ahora mis búsquedas me llevaron a plantear soluciones escultóricas dentro de un ambiente específico, de las cuales el 10 por ciento lograron fructificarse en obras ejecutadas y el 90 por ciento existen como maquetas implicando un trabajo creativo a fondo, (…) hoy pueden existir como obras terminadas gracias a este método humorístico y válido. Con este recurso rechazo las frustraciones de no ver realizadas dichas obras. Me encuentro ante la (…) oportunidad de tumbar mis fronteras prestablecidas y optar por métodos infinitamente más directos y elásticos, de crear obras en situaciones imaginarias de mi elección.
Helen era una excelsa dibujante y sus proyectos utópicos e instalaciones estaban en imágenes a lápiz y collages que introducían muchas veces un objeto subversivo, un comentario crítico y humorístico sobre el paisaje urbano. El dibujo era el lugar de la maquinación de ideas para proyectos más ambiciosos. En esos diseños construyó imágenes complejas, indispensables para entender de forma orgánica su trabajo, particularmente su intención de transgredir prácticas artísticas establecidas e interesarse por los procesos, más que en los objetos terminados. Me considero –dirá– una solucionadora de problemas. Si bien se refería a los problemas que suscita la escultura, ya en la década de los setenta introdujo el principio de funcionalidad en el arte, que la orientó hacia la arquitectura y el diseño y despertó su deseo de proyectarse como experimentadora.
Enfocada en la solución de problemas, la huella repetida del artista desaparece, ya que cada situación demanda una respuesta específica. A Helen le interesó hacer del arte estrategias simbólicas en torno a problemas sociales o a situaciones subjetivas. En su diálogo con la vanguardia internacional, trabajó con el anti-sentido o el contrasentido, pero también hubo cierto afán de corregir las nociones de diseño integral de la Bauhaus y quizá por eso su renuencia a la definición de la forma y a adoptar la ortodoxia del lenguaje geométrico. No procura perfección ni rigidez de lo ortogonal, sino que introduce formas elásticas y suaves que surgen de la reflexión sobre aspectos más vitales, como lo lúdico y lo trágico que se entrelazan en los magníficos dibujos utópicos en los que propone alternativas al paisaje urbano.
La oportunidad de intervenir y transformar la idea del monumento oficial en México llegó con la Ruta de la Amistad diseñada por Mathias Goeritz. Pocos años después, Escobedo emprendió un viaje junto con Paolo Gori por México, con el fin de hacer una investigación y registro de los monumentos oficiales. Este trabajo enfatizó la necesidad de cambiar y mirar hacia otras posibilidades para hacer escultura en gran formato. La escultora exploró las posibilidades de la obra de sitio específico, la ambientación y la instalación, para abordar problemas ecológicos y sociales. Además, la frontera se convirtió en un tema que la llevó a idear propuestas de resistencia, como lo hizo en Playas de Tijuana, frente a la antigua muralla de metal que cae sobre el mar y marca la línea divisoria entre México y Estados Unidos, durante la segunda edición de inSite 1994 con By the night tide.
En ocasiones, recurrió a la dimensión existencial y trágica del cuerpo para plantear problemas sociales urgentes como las migraciones y sus consecuencias; mientras que su acercamiento a la abstracción geométrica terminaba por resaltar lo orgánico. La masa se convertía en filigrana cuando la integraba a la naturaleza y apenas introducía algunos aspectos arquitectónicos transparentes. Como ha observado Graciela Shmilchuk en Pasos en la arena, hay una clara intención de desmaterializar la intervención en jardines y bosques e intentar que las obras se fuguen de su sitio.
Los motivos de la escultora, menciona Jorge Reynoso Pohlenz, se gestaban en el acontecer de una vida agitada como la que llevó: muchos viajes, distintas culturas, atracción por lo popular y cruce de disciplinas. Helen quería integrar su trabajo a la vida, involucrarse con la problemática ecológica y ser una diseñadora integral; es por ello que la invención, el humor en las circunstancias más extremas, las buenas maneras, la ecuación entre forma y fondo y la noción de proyecto la acompañaron hasta el último aliento.