Como si fueran fotogramas de una película, las imágenes de Todo Pasa conforman una secuencia que muestra personas y escenarios de la calle Junín, una de las más célebres vías de Medellín (Colombia) en los años 50’s. La fascinación y nostalgia producidas por las fotografías de los transeúntes de esta calle, hechas por fotógrafos callejeros llamados fotocineros.
Estas fotografías nos transportan a aquella época en la que la calle Junín era un recorrido obligado para algunas de las personas que vivían en Medellín, pues ésta era considerada en términos de comercio, la calle más importante de la ciudad, además de contar con espacios de reunión emblemáticos, tales como, El Astor -un hermoso salón de té, fundado en 1930-, el restaurante Versalles, en donde se vendieron las primeras gaseosas que llegaron al valle; el Teatro Junín, o el Club Unión, lugar frecuentado por la alta sociedad de Medellín.
El observador, corre en forma paralela, trashumando el tiempo, a las imágenes, haciendo referencia al movimiento…al caminar. Así, las fotografías, tesoros invaluables de alianza de amor y memoria para sus poseedores, nos transportan a una época y dan cuenta de la vestimenta, los autos, los edificios, los anuncios, las tiendas y los aparadores que enmarcaron el caminar efímero de los transeúntes en Medellín.
Los fotógrafos callejeros o fotocineros, combinaban dos técnicas: las de la fotografía como tal y la animación tipo cine a través del movimiento. Incluso en sus inicios, usaban película fotográfica como la que se utilizaba en las producciones cinematográficas. Los registros fotográficos se llevaban a cabo específicamente en espacios públicos. Los fotocineros disparaban aleatoriamente, retratando a los que serían sus clientes potenciales: los peatones-modelos que una vez fotografiados, recibían un papelito con un número para poder adquirir posteriormente, su retrato, tamaño billetera.
En Colombia, la fotocinería se dio en ciudades como Medellín, Cali, Bogotá y Cartagena. Paralelamente, este fenómeno tuvo lugar también en ciudades como Nueva York, Buenos Aires, y Madrid entre otras. Para Alfonso Morales, coleccionista de este tipo de retratos desde hace más de 20 años, fue una grata sorpresa descubrir que había encontrado una ciudad más para su lista de investigación.
Este tipo de retratos tuvo su apogeo a partir de los años 50 y hasta los 70. Es justo en los 70’s, a partir de que la gente tuvo acceso a las cámaras fotográficas, que la labor de los fotógrafos de estudio y de los fotocineros como preservadores únicos de recuerdos, empieza a perder fuerza.
En colaboración con: www.editorialrm.com