En el presente año asistiremos a la consolidación de la medicación oral en la lucha contra la EM y el inicio del tratamiento con las primeras sospechas de la enfermedad
El año 2018 se presenta lleno de esperanza para los afectados de Esclerosis Múltiple, una enfermedad neurodegenerativa que tiene una amplia lista de afectados. Esta expectativa está basada en dos hitos fundamentales que marcarán un antes y un después en el abordaje de la enfermedad y, por ende, en la perspectiva que se tiene de por parte de las personas afectadas.
Por un lado, asistiremos a la consolidación de la medicación administrada por vía oral como primera terapia para combatir el avance y/o el empeoramiento de sus síntomas. Por otro lado, los neurólogos han decidido variar la manera misma de afrontar el tratamiento de la enfermedad variando su paradigma.
El peso específico de la Esclerosis Múltiple
Pero: ¿por qué resulta tan trascendente tratar una enfermedad que hasta no hace mucho no conocíamos? ¿Afecta a tantas personas? Realmente, las cifras no parecen tan espectaculares. De hecho, es una enfermedad que sufren 47.000 personas en España, 700.000 personas en Europa y 2,5 millones de personas en todo el mundo (datos facilitados por Esclerosis Múltiple España).
Pero lo que más nos genera las mayores cautelas no son sus cifras, sino el daño que genera. Cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos en nuestro país (cifra ofrecida por la Sociedad Española de Neurología). A todo esto debemos de añadir que se trata de la segunda causa de discapacidad entre los adultos jóvenes (de entre 20 y 45 años) en todo el mundo, la franja de edad en la que las personas comienzan a poner en marcha sus proyectos de vida (matrimonio, hijos, trabajo…) que se ven truncados por la aparición y el padecimiento de la enfermedad.
Sus síntomas más frecuentes afectan a todas las actividades más cotidianas de la vida diaria. Así, nos encontramos con: fatiga, trastornos visuales, problemas motores de equilibrio y coordinación, espasticidad, alteraciones de sensibilidad, trastornos del habla, problemas de vejiga e intestinales, trastornos cognitivos, emocionales y también sexuales y de intimidad. Todos ellos limitantes (según los grados) y discapacitantes.
Cambio de tratamiento
Hasta hace bien poco los tratamientos farmacológicos eran tanto de administración subcutánea como por vía intravenosa. Ambas terapias son invasivas y tienen un coste para la salud de la persona afectada, ya sea con molestias ocasionadas por los insufribles pinchazos como por otros efectos secundarios de mayor incidencia en la integridad del paciente (cefaleas, congestiones nasales y en casos más extremos, mareos). Además, algunas de estas terapias invasivas requieren el ingreso previo del paciente.
En el presente 2018 saldrán varios medicamentos que se unirán a los ya existentes que supondrán un enorme cambio en la calidad de vida de los pacientes. Ya no solo porque tienen una mayor eficacia en la paliación de los síntomas y varían el transcurso de la enfermedad más decisivamente que antes.
La mayoría de estos fármacos son de administración oral. Más cómoda y menos invasiva que los temibles pinchazos subcutáneos o los más peligrosos intravenosos. Supone una enorme mejora de la calidad de vida de los afectados de Esclerosis Múltiple.
Cambio de paradigma en el afrontamiento
Pero, sin duda, el mayor cambio que van a notar los afectados de EM y sobre todo, los futuros diagnosticados de la enfermedad, es el cambio de paradigma a la hora de afrontar esta patología, y que fue adelantada por los expertos mundiales en la lucha contra la enfermedad el pasado otoño en la reunión anual que este año tuvieron en París.
En concreto, el camino para luchar contra la enfermedad será, a partir de ahora, un tratamiento inmediato de los síntomas y una mayor agresividad en el momento en el que se atisben los primeros síntomas.
Es un cambio de envergadura. Hasta el momento, la manera que se tenía de afrontar la esclerosis Múltiple consistía en verificar que los síntomas que presentaba un paciente podían ser diagnosticados como EM. Después, una vez producido el debut en la enfermedad, los pacientes seguían los tratamientos adecuados para su caso particular (porque no existe una Esclerosis Múltiple genérica, sino que nos encontramos tantas «enfermedades» como casos de EM existen).
Y cuando les sobrevenían una crisis o recidiva (llamados vulgarmente brote o recaída), los terapeutas recomendaban a las personas afectadas paciencia y que esperaran a que los síntomas remitan por sí mismos. Si esto no ocurría, se comenzaba a implementar terapias más agresivas (normalmente, la administración de una gran cantidad de corticoides por vía intravenosa para atajar los efectos de esas crisis).
Pero ahora esta premisa ha quedado obsoleta. El nuevo paradigma que debe de guiar la actuación del neurólogo ante un nuevo caso de Esclerosis Múltiple o de crisis o recidiva es el de «tratar pronto y tratar fuerte». De esta forma se consigue frenar el progreso de la enfermedad.
Las diversas investigaciones han demostrado que cuando los fármacos potentes se utilizan más prematuramente que lo que se hacía antes, se obtienen más beneficios en la lucha contra la enfermedad.
Además, si lo medicamentos fracasan, se puede comenzar el tratamiento con otros alternativos lo antes posible. Todos estos mecanismos buscan mejorar la evolución de la enfermedad.