El concepto de moneda virtual o criptomoneda es para muchos usuarios bastante reciente. Sin embargo, la incorporación de este tipo de transacciones se ha empezado a adoptar en varios países desde poco tiempo y en algunas ciudades españolas ya hay colocados cajeros automáticos para cambiar moneda virtual por euros.
El origen de bitcoin o criptomoneda tiene lugar en un artículo sobre criptografía publicado por el japonés Satoshi Nakamoto en el año 2008. Fue él quien creó el protocolo de código libre Bitcoin que da nombre también a la primera moneda virtual o criptomoneda. No obstante, para muchos expertos en este sector la figura de Nakamoto es, realmente, el paraguas de uno o varios ideólogos que se mantienen en el anonimato y utilizan este pseudónimo para evitar ser identificados.
Pero, ¿qué es realmente un bitcoin o una moneda virtual? Un bitcoin se podría traducir en un código alfanumérico que se genera a partir de un cálculo complejo. Existe una inmensa red de ordenadores, denominados “mineros”, que disponen de una alta capacidad de procesamiento y que se unen para descifrar y obtener el código final. Para poder comprar, vender o almacenar los códigos que corresponden a cada criptomoneda se han desarrollado aplicaciones móviles, conocidas como “wallet” que funcionan como una cartera o billetera virtual. Una de las más conocidas es Mycelium[1].
Los intercambios físicos a divisas nacionales en efectivo se llevan a cabo a través de oficinas por internet, persona a persona y en cajeros automáticos especializados. La empresa catalana Bitchain[2] es la responsable en España de distribuir estos cajeros en diferentes localizaciones. Diversas plataformas y empresas estadounidenses ya han empezado a aceptar el uso de Bitcoins como Microsoft, Dell o Wordpress. Esto ha dado un empujón a las diferentes comunidades especializadas por todo el mundo. Además, diferentes establecimientos físicos aceptan ya el uso de esta moneda virtual en Londres o Nueva York.
Las ventajas del Bitcoin
La seguridad es una de las ventajas más reconocidas. El funcionamiento de claves cirptográficas cerradas ha permitido que exista un riesgo ínfimo a la hora de almacenar o realizar transacciones con Bitcoins. Además, las transacciones de moneda son públicas, es decir, que en todo momento se puede hacer un seguimiento de la cifra de Bitcoins que un usuario ha adquirido, aunque la identidad real del usuario puede mantenerse en el anonimato. En las entidades bancarias tradicionales, las transacciones monetarias, en cambio, son difíciles de identificar, lo que facilita el fraude y la evasión fiscal.
Asimismo, ningún gobierno o banco estatal puede fijar o regular el precio. Por tanto, el Bitcoin está libre de la devaluación de moneda y los usuarios son propietarios de su dinero. Al no haber ninguna entidad responsable, el dinero no puede ser requisado o retenido por un gobierno o una compañía. Un bitcoin tiene, además, el mismo valor en Venezuela que en Reino Unido o en Birmania.
Víctor Escudero, uno de los mayores exponentes en España de este movimiento, ha comparado en una ponencia ofrecida recientemente en Barcelona el oro y su función con el Bitcoin, porque el “oro ha mantenido su valor a lo largo de los años, es divisible en varias fracciones, mantiene las mismas propiedades tanto si es extraído en Brasil o en Afganistán y es una materia prima finita. Todas estas propiedades las tiene el Bitcoin con la ventaja añadida de que es sencillo de transportar y las transferencias de dinero tardan minutos”.
Una de las mayores ventajas es la ausencia de comisiones, un elemento por el que las entidades bancarias han empezado también a mover ficha. De hecho, hasta la invención de Bitcoin era obligado que todos los pagos en comercio electrónico se canalizaran a través de entidades centralizadas, generalmente bancos y otras empresas financieras como Visa o Mastercard, que gestionaban el seguimiento de todas las transacciones y, por tanto, cobraban una comisión por esa actividad. A partir de la irrupción y auge del Bitcoin se pueden realizar transacciones sin comisiones y transferencias de país a país entre personas sin intermediarios.
El lado oscuro de la moneda virtual
Por el contrario, uno de los perjuicios que abanderan los detractores de la moneda virtual es el uso del Bitcoin para transacciones de comercio ilegal de productos o servicios. Dado el anonimato con el que pueden operar los usuarios el uso de Bitcoins podría propiciar transacciones de materias ilegales.
Otra de las posibles desventajas es la volatilidad del valor de la criptomoneda. El precio en euros de un Bitcoin actualmente ronda los 230 euros pero, al no tener un control de la divisa como pasa con las monedas de curso legal de los estados, es imposible predecir el valor de un bitcoin dentro de dos meses, puesto que la ley de la oferta y la demanda es la que establecen su precio.
Está por ver, todavía, si el uso de esta moneda va enraizarse en la vida cotidiana de la sociedad actual. Víctor Escudero argumenta que “con Internet muchos pronosticaron en su momento la irrupción de delincuentes digitales y después se ha visto que significó un cambio de paradigma”. Ahora, el Bitcoin se encuentra ante un gran rival como es la banca tradicional. Sin embargo, su llegada vaticina y plantea, cuando menos, una nueva perspectiva financiera y una mayor democratización de la economía.