Si una misma melodía puede conmover a personas procedentes de lugares y culturas totalmente diferentes podríamos afirmar que la música es, al igual que la lengua de signos, un idioma universal, pues sirve para que un grupo de seres humanos se comuniquen entre sí. Sin embargo, alfabéticamente tiene pequeñas diferencias. Si entregásemos, a modo de prueba, una misma partitura a una persona italiana y a otra estadounidense, y se les pidiera que solfearan la melodía, ¿ambas lo harían igual? Tanto el ritmo como los sonidos serían los mismos, pero el nombre que utilizarían durante el solfeo para referirse a cada nota sería distinto. ¿Cómo es posible? Aunque la mayoría de las personas solo conozcamos un modo de referirnos a las siete notas musicales, en realidad existen dos sistemas de notación musical: el latino y el anglosajón. ¿En qué se diferencian?
El sistema de notación musical latino nace gracias a Guido de Arezzo, un monje benedictino italiano, teórico musical y figura central de la música en la Edad Media. Guido pensó que un buen modo de denominar a las notas musicales era empleando la primera sílaba de cada verso del popular Himno a San Juan, conocido como “Ut queant laxis”, y atribuido a Pablo el Diácono. De este modo se creaba una técnica asociativa entre la sílaba del comienzo de cada verso y el sonido que representaba en la melodía del himno, además, al tratarse de un himno muy popular en la época, tanto la nomenclatura como la entonación correspondientes serían más fáciles y rápidas de aprender. La letra del himno era:
Ut queant laxis,
Resonare laxis,
Mira gestirum,
Famuli tuorum,
Solve pollute,
Labii reatum
Sancte Ioannes.
De modo que, Guido seleccionó la primera sílaba de cada verso, y denominó a las siete notas musicales con el nombre de Ut-Re-Mi-Fa-Sol-La-Sa, de la más grave a la más aguda. Posteriormente se cambió el nombre de la primera nota, ‘Ut’, por ‘Do’, por cuestiones de comodidad a la hora de pronunciar, y el de la última nota, Sa’, por ‘Sí’. Sin embargo, en Francia se sigue denominando a la primera nota como ‘Ut’ ocasionalmente.
El sistema de notación anglosajón, por otra parte, es un sistema alfabético inspirado en el sistema de notación musical griego. En Grecia denominaban a las notas usando las letras del alfabeto, desde la alfa hasta la gamma, siendo la letra alfa la que representaba al sonido latino ‘La’, y gamma la nota ‘Sol’. Del mismo modo, en el sistema de notación anglosajón se emplean las primera siete letras del alfabeto (A-B-C-D-E-F-G), pero la primera letra (A) representa a la nota ‘La’, igual que hacían los griegos con la primera letra de su alfabeto. Por lo tanto, si queremos nombrar la escala de forma ascendente, la primera nota es C (Do) y no A (La), y quedaría así: C-D-E-F-G-A-B.
Es probable que si tocas algún instrumento musical alguna vez te hayas topado con una partitura en la que las anotaciones se hagan siguiendo el sistema de notación anglosajón, sobre todo ocurre con las tablaturas para guitarra.
Si no sabes por cuál decantarte, ambos tienen un origen totalmente diferente. El anglosajón se inspira en el método usado por los griegos, por lo tanto muchos podrían afirmar que su esencia es más pura al ser la evolución de uno de los primeros métodos de notación usados por el ser humano hace siglos. Sin embargo, el método latino nace en la cuna de la música, en Italia, en la Edad Media y vinculado al mundo religioso, tema omnipresente y relacionado con todas las manifestaciones artísticas europeas desde el año 380 d.C. Al igual que el inglés se está convirtiendo en el idioma “universal” o “comodín” en todo el mundo, el sistema de notación musical anglosajón se está estableciendo como el más usado.
¿Es la música un idioma universal? Sí, pues al fin y al cabo no importa cómo llame cada uno a las siete notas musicales, tan sólo son nombres, pero la esencia de la música es percibida del mismo modo por todos.