El 22 de diciembre de cada año, un país entero se somete con ilusión y esperanza al poder del azar. La sociedad española, abatida por los fuertes golpes de una crisis económica global que amenaza constantemente a los países del viejo continente y por los varapalos de un rebaño de políticos que los ahoga, cada vez más encuentra en días como el 22 de diciembre - premio Gordo de la lotería nacional de España - la posibilidad de alcanzar un futuro mejor. Pero, ¿cuál es el verdadero poder del premio Gordo de Navidad? ¿Puede mejorar realmente nuestra vida algo que conseguimos aleatoriamente? La respuesta reside precisamente en dos palabras que son la base de las ciudades inteligentes: control y conocimiento.
El premio gordo de Navidad llega sin control y por supuesto, desde el mayor desconocimiento. Una cantidad ingente de dinero inesperado cuya gestión nunca hemos tenido que realizar llega a nuestras vidas. Este efecto es similar al del crecimiento demográfico de las ciudades de nuestro siglo; la gestión de residuos; la gestión energética; o la generación de contenido. Nuestro siglo es un siglo sin precedentes. El siglo de la reubicación de masas a nivel mundial. En poco más de tres décadas se estima que el 70% de la población mundial viva en grandes áreas metropolitanas. Esto conlleva la renovación de las obligaciones de los gobiernos a todos los niveles para adaptar las ciudades a sus necesidades y optimizar sus recursos. Deberán estimar cada vez mayores presupuestos a proyectos de ingeniería, tecnologías de la información y las comunicaciones y energías renovables. Para poder desarrollar proyectos eficientes - que solucionen problemas de la forma más rápida posible - primero debemos identificar proyectos eficaces - que solucionen problemas - y el camino es, una vez más, a través del conocimiento y el control.
Conocimiento
El conocimiento es la base de cualquier decisión, y su vez las decisiones son fundamentales para solucionar problemas o alcanzar objetivos, por lo que la relación entre las dos es simbiótica. De momento, lo que sabemos es que las ciudades inteligentes tienen, y tendrán que recoger y aportar información que responda a las necesidades de los ciudadanos. Que para cumplir con estas necesidades tendrán que realizar análisis urbanísticos que aporten datos que sean de utilidad para el ciudadano y el funcionamiento de la ciudad. Que tendrán que replantearse la gestión de activos (alcantarillado, aceras, tráfico, señalización, aceras, autopistas, pavimentos, alumbrado, árboles, contaminación, basuras, etc) para convertir las ciudades en espacios más habitables.
Uno de los activos más visibles es el alumbrado público, cuyo efecto es inmediato sobre la vida cotidiana de los ciudadanos. En este caso, se identifican varios problemas:
1. Nivel de los recursos luminosos.
2. Costes energéticos.
Una vez identificados los problemas - exceso de iluminación y gasto energético - y objetivos - optimización del alumbrado público -, el siguiente paso es la solución: controlar.
Control
La solución a los problemas que plantean las áreas metropolitanas debe conseguirse a través de la capacidad de control de los mismos. Medidas que a través de la participación del ciudadano, permitan controlar los recursos y servicios. Volviendo al escenario previo del alumbrado público, la forma de controlar este problema sería la instalación de sensores que controlaran el paso de los ciudadanos de tal manera que los dispositivos luminosos redujeran y aumentaran la la intensidad únicamente cuando fuera necesario. La suma de sensores y de diodos emisores de luz (LED por sus siglas en inglés) sería la forma de solucionar de forma eficiente a la par que eficaz el problema de la gestión del alumbrado público. No solo se optimiza el uso de la energía, sino que se mejora la visibilidad de los espacios urbanos.
Hasta ahora, los expertos han llamado a este tipo de planteamiento “ciudad inteligente”, sin embargo se empieza a utilizar el término “ciudad responsiva” para delimitar aún más si cabe la esencia de este tipo de ciudad: ciudades que ponen al ciudadano como eje principal y que responden a sus necesidades en tiempo real. El papel de la información en forma de datos se convierte cada vez más es un aspecto vital para entender la naturaleza de los retos que se plantean en el siglo XXI y son estos los que permiten predecir las cambios necesarios.
¿De qué sirve recibir el premio Gordo de Navidad si no lo gestionamos eficiente y eficazmente? No solo nos arriesgamos a perder todo el dinero recibido, sino que puede que nuestra situación económica, a largo plazo, empeore. Tanto en el escenario de ser el afortunado de recibir un premio de lotería, como en el de la creación de proyectos para nuestras áreas urbanas, debemos prestar especial atención a la gestión a largo plazo y la racionalización de los costes.