Muchas mujeres viven esforzándose para ser la mujer que quieren, en lugar de sencillamente ser cómo son y vivir a su ritmo específico. Existen muchos estándares que socioculturalmente debemos cumplir, pero lo que es complicado es cumplirlos todos al mismo tiempo y en forma.
Aquí en México una cosa espantosa son las telenovelas, una especie de cuento de hadas para adultos, muy exitosas entre la mayoría de amas de casa y mamás mexicanas, y el principal contenido de la televisión pública. En este tipo de “cuentos”, no sólo existe el príncipe azul, sino que además la protagonista-heroína mujer, pobre y sin estudios, tiene que luchar contra asesinos, amantes, suegras malvadas, y sus propias madres, para poder lograr su final feliz, que no es otro más que casarse con el príncipe y vivir de la fortuna de él.
En la realidad la mujer tiene un papel muy difícil. En cuanto a la maternidad, en México hay 30 millones de mujeres que son madres. El 18 por ciento de ellas, 5.3 millones, se encuentran con sus hijos/as sin que su pareja viva en el hogar (son solteras, separadas o divorciadas). Así que, 5.3 millones de príncipes fallaron. Y bueno, no hay una cifra porque es difícil hablar de ello, pero abundan los casos de matrimonios con hijos en donde la figura paterna es casi un holograma, pues sólo está de adorno, ni aporta económicamente al hogar, ni está presente al 100%, y sólo está para los cumpleaños y cuestiones sociales. Aquí los príncipes salieron defectuosos.
Otra cuestión es la edad, pues si bien es alarmante el alto índice de madres adolescentes, a las que tuvimos bebés después de los 30 ya nos tratan como ancianas, nos califican de alto riesgo y nos monitorean porque tenemos mayor probabilidad de presentar problemas de salud, y en el cuarto de recuperación somos las menos. ¿Pero entonces en qué momento se puede estudiar una carrera? Diez años (de los 20’s a los 30’s) están muy justos para estudiar una carrera, trabajar, subir de puesto, estudiar maestría, casarse, tener hijos, criarlos, y llegar a los 30 super realizada, a lo mejor algunas pueden pero ¿Qué hay con la calidad de vida cuándo vives persiguiéndolo todo y sin tiempo para nada?
Económicamente, la mujer tiene que trabajar para aportar algo económicamente al hogar, si no es que lo mantiene totalmente. En México 42 de cada 100 mujeres trabajan. Otros datos duros que reflejan la difícil situación laboral y económica de la mujer son:
- Las mujeres destinan más del 70% de sus ganancias a la comunidad y a su familia, en tanto que los hombres sólo inyectan entre 30 y 40% de sus recursos para dichos fines. (Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias Ammje, 2013)
- México ocupa el lugar 83 de 135 países en el último reporte de Brecha de Género del World Economic Forum. (World Economic Forum, 2013)
- Carrera profesional: las mujeres ocupan menos de un tercio de los puestos gerenciales y tienen una participación de 1 mujer por cada 10 hombres en los puestos directivos. (OIT, 2012)
- Actualmente, las mujeres terminar la universidad con mejores calificaciones que los hombres, pero antes de que cumplan 30 años ya van a estar ganando 10% menos que ellos
- De las mujeres ocupadas, 23.5% trabajan por cuenta propia, 2.5% son empleadoras y 9.2% no recibe remuneración por su trabajo. Dos de cada tres mujeres ocupadas (64.8%) son subordinadas y remuneradas. El 44.7% de estas mismas trabajadoras no cuenta con acceso a servicios de salud, más de la tercera parte (35.2%) no cuenta con prestaciones y 44.1% labora sin tener un contrato escrito. (INEGI, 2013)
- La mayoría de las mujeres ocupadas desempeñan actividades en el sector terciario (ocho de cada diez), de las cuales, sobresale que tres de cada diez (31.9%) son comerciantes, 27.6% son trabajadoras en servicios personales y 14.3% oficinistas. (INEGI, 2013)
- La mayoría de las mujeres en América Latina trabajan por necesidad.
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Así que necesitamos estudiar, y mucho, para poder lograr sobrevivir en un ambiente laboral tan difícil. Y de la fortuna de los príncipes pues no se podría vivir. Y bueno también hay que estar delgadas. México ocupa el segundo lugar mundial de personas con sobrepeso, de las cuáles 20.5 millones son mujeres mayores de 20 años. Las heroínas engordaron.
Otra cuestión que pone mucha presión sobre las mujeres mexicanas es el matrimonio, aún se cuestiona si las mujeres que deciden vivir en soltería permanente son felices, y se tiende a creer que son solteras por que no hubo un hombre que decidiera casarse con ellas, no por decisión propia, incluso se les mira con cierta lástima y un comentario común es calificarlas como “pobrecitas”, “solteronas”, “quedadas”, todos adjetivos calificativos peyorativos.
Hay mucho para trabajar y los medios de comunicación no nos ayudan, fomentan un tipo de mujer muy alejado de la realidad. Me ha tocado pertenecer a una generación en donde mis amigas y yo ya éramos independientes mientras nuestros novios seguían viviendo en la casa de sus padres, aun así en nuestros treintas estamos lidiando con haber dejado empleos y carreras a un lado para cuidar a nuestros hijos, cuestión que estrecha la libertad financiera y el desarrollo profesional, lo que refleja lo difícil que es lograr el tan ansiado éxito de cuento de hadas, pues en la realidad hay que elegir prioridades y seleccionar que batallas perder, para poder equilibrar los roles y seguir adelante asumiendo las consecuencias de nuestras elecciones.
Así que tenemos un contexto rudo para vivir, y es difícil no caer en la creencia de que si alteramos el orden de los factores, o si nos falta alguno, no somos mujeres exitosas y plenas. Cuando en el plano internacional las cosas han cambiado, en países desarrollados las mujeres están logrando un mejor estatus profesional, el rango de edad en el que las mujeres deciden tener hijos está más extendido y son plenamente aceptados los matrimonios DINK (Dual Income No Kids) (Doble ingreso no hijos), incluso es más aceptada y común la situación en la que el padre es el que decide darse una prórroga profesional y dedicarse algunos años al cuidado de los hijos.
Probablemente el éxito si es tenerlo todo, pero no al mismo tiempo, si no disfrutar cada etapa con sus propios beneficios y problemas. Habría que reestructurar la personalidad de las princesas para que por su cabeza pase estudiar, lograr independencia económica y decidir por sí mismas cómo quieren vivir. Al final las gordas queremos ser flacas, las rubias pelirrojas y las chinas lacias.
(1) Fuente: www.ipade.mx